jueves, 25 de septiembre de 2008

Rezando con el salmo 12 y el terrorismo



¿Hasta cuándo Señor, seguirás olvidándome? ¿Hasta cuándo Señor, va a triunfar mi enemigo?
• ¿Hasta cuando, hermanos de ETA, seguiréis hundiéndonos en la tristeza y el horror de vuestros crímenes? ¿Hasta cuando, vais a persistir en la sinrazón, en la locura, en la ceguera, en la maldad, sin daros cuenta de que la violencia engendra violencia y de que quien a hierro mata a hierro muere?
• ¿Cuándo os daréis cuenta, hermanos de ETA, que con la extorsión, la violencia y el asesinato no se construye nada, ni patrias, ni convivencias, ni ideales de ningún tipo? Porque nada, nada, vale una vida humana.
¿Hasta cuándo me esconderás tu rostro Señor? ¿Hasta cuándo he de estar preocupado, con el corazón apenado todo el día?
• ¿Hasta cuando, hermanos que, por colaboración o inacción, permitís que la violencia siga royendo como un cáncer toda la carne buena de esta sociedad?
• ¿Cuándo os daréis cuenta, hermanos nacionalistas, que no apoyáis la violencia, que vuestro ideario y reivindicaciones nacionalistas, son caldo de cultivo donde crece y se reproduce la serpiente de ETA? ¿Cuándo comprenderéis que no se os pide renunciar a vuestras ideas nacionalistas, sino que pospongáis vuestras reivindicaciones el tiempo necesario (una generación, dos generaciones, 25 años, 50….) para que pueda desaparecer la violencia que amenaza a los que no piensan como vosotros, aunque solo sea para que puedan reivindicar sus propias ideas sin la amenaza de recibir un tiro en la nuca? ¿Hasta cuando, hermanos no nacionalistas, seguiréis utilizando el terrorismo como arma política, importándoos más conseguir el poder que llegar a acuerdos para acabar con el terror?
Atiéndeme y respóndeme Señor, Dios mío, da luz a mis ojos… para que no me duerma en la muerte, que no diga mi enemigo “le he podido”, ni se alegre mi adversario de mi derrota.
• ¿Cuándo conseguiremos comprender Señor, que el perdón y la misericordia son la única vía para crecer como personas y convivir?
Porque confío en tu misericordia: alegra mi corazón con tu auxilio, te cantaré por el bien que me has hecho.

viernes, 12 de septiembre de 2008

Funerales de Estado


Leo en el último número de Vida Nueva dos enfoques sobre los Funerales de Estado celebrados en Madrid por las víctimas del accidente aéreo de Barajas. En uno de esas opiniones, se queja amargamente el jefe de las iglesias evangélicas en España por que ese funeral se ha celebrado por el rito católico, sin tener en cuenta a las otras confesiones. A pesar de que la otra opinión dice que la Iglesia Católica no ha impedido que se convocasen otros funerales, y que la inmensa mayoría de españoles es católico... para mi tiene razón el hermano Protestante. Creo que la deseada separación entre Iglesia y Estado preconizada por el Vaticano II tiene que darse ya en hechos concretos y era una ocasión idónea este funeral para que la Iglesia Católica hiciese un gesto invitando a hacer un funeral plurireligioso invitando a todas las confesiones cristianas y no cristianas. Aunque para mí la mejor solución sería la de que el estado hubiese convocado a un acto civil de despedida y homenaje a las víctimas, con intervención voluntaria de las distintas confesiones, al estilo que se hizo en la Zona Cero después del 11-S. Sin que ello hubiese impedido que se hiciese un funeral católico pero sin presencia oficial.
Este es un tema que nos atañe muy de cerca tambien en los pueblos, con la presencia de las autoridades civiles en procesiones de Semana Santa o dias grandes del patrón. No se trataría de impedir que siguieran viniendo, pero desde luego ya si que seria momento de dejar de invitar a las autoridades civiles, dando pequeños pasos para que el que asista a los actos religiosos lo haga por convicción y no por tradición o representación de nadie...
¿Hay mayor anacronismo que la autoridad civil asistiendo a una eucaristía en la que muchos de ellos no participan ni creen?
A proposito de laicidad, ¡qué estupendo mensaje final del Congreso de Teólogos Juan XXIII!

¿Dónde estabas el 11-S?


Pasan los años y aquella fecha sigue marcando un antes y un después de la reciente historia mundial... pero también en lo personal creo que a todos nos marcó para siempre. A mí me tocó en pleno cambio de parroquia, de hecho ese dia fué mi primer dia en la nueva parroquia y mi primer servicio fue enterrar a una persona. Recuerdo nítidamente aquella sensación de incredulidad, sentimientos de estupor, de horror, conciencia de estar viviendo un acontecimiento que iba a marcar para siempre la historia. Era como ver una superproducción de hollywood en directo. Recuerdo que estaba comiendo con mi familia, y a eso de las 3:30 sentado en el sofá, mientras saboreaba un café, las imágenes por la TV de la torre norte herida por un costado... Todavía los medios de comunicación no hablaban de un atentado sino de un accidente... y de repente, el impacto sobre la otra torre, el derrumbe, las vistas impresionante de Nueva York (fotogénica hasta en el horror)...
Luego, en el funeral tuve que hablar del ataque terrorista y de que si los seres humanos no teniamos suficiente con sufrir los ataques del cáncer y otras enfermedades teníamos que hacernos esto los unos a los otros... Y después, una tristeza que se agarró al corazón durante muchos dias... y que se volvió a repetir el 11-M del 2004 en Madrid.
¿Hasta cuando Señor?

martes, 2 de septiembre de 2008

creer o no creer


G.R. es mi amigo desde hace algunos años, coincidimos casualmente por internet buscando ambos un documento en un foro... nos vemos pocas veces porque él vive en el extranjero pero con el tiempo y la ayuda de esta red de comunicación que es internet hemos llegado a crear y mantener una gran amistad. G.R. es tambien para mí un hombre al que admiro. Admiro su generosidad que le hace capaz de compartir su casa y su mesa con sus amigos todo el tiempo que sea necesario. Admiro su bondad natural que le lleva a estar implicado en una organización pro derechos humanos o a ayudar con su dinero a un refugiado iraní al que visita mensualmente. Admiro sus convicciones profundas y su estilo de vida prosaico, austero, en tantas cosas a contracorriente de lo que esta sociedad materialista y consumista nos impone, que no pone problemas a reciclar ropa o muebles que encuentra en la basura para uso propio, de su familia o de sus amigos. Admiro su militancia ecologista en gestos sencillos como por ejemplo usar sólo medios de transporte públicos o reutilizar la misma bolsa siempre que va a la compra... Pero lo más admirable y extraño para mi es que esta manera de ser no se sustenta sobre ninguna creencia religiosa. Aunque G.R. tiene origenes familiares católicos, es agnóstico. Su cosmovisión es totalmente inmanente. A veces hemos hablado de estos temas: el sentido de la vida, la muerte, el más allá... El me confiesa con absoluta naturalidad que el sentido de la vida es amar y hacer todo el bien posible a los demás, pero él no espera nada del más allá. Y esto me lo dice sin un ápice de amargura ni ansiedad, es más, sin ningun deseo de convencerme de ello.
Yo, al contrario, con ánimo de convencerle, siempre acabo hablándole de Jesucristo, haciéndole ver que mi creencia en el más allá y en Dios, es sobre todo un acto de confianza en la persona de Jesús en lo que hizo y dijo.
"Pero a fin de cuentas", me dice, "aunque no crea, ya cumplo con el evangelio, ¿no?"

Todo esto me resulta desconcertante, porque no puedo apelar a que la fe provoca una vida más ética, más entregada, porque cuando me comparo con él veo que en esos aspectos es mejor que yo. Es por otra parte, confirmar aquello que dijo Jesús: "no todo el que dice Señor, Señor, entrará en el Reino de los cielos, sino el que cumple la voluntad de mi Padre"

La vida de mi amigo me hace preguntarme ¿por qué creo yo? ¿cómo se manifiesta eso en mi vida?... lo único que se me ocurre es la gratuidad de la fe y que en última instancia la fe es una cuestión de amistad con Alguien que "no sabes cómo" se ha hecho presente en la propia vida. Me doy cuenta que la misma gratuidad que encuentro en la amistad con G.R. la encuentro con Dios, es algo que no controlo, está ahí, se me da y sólo puedo acogerla con respeto asombrado y agradecido, procurando no perderla, gozando de ella cada instante... mientras se de....