miércoles, 25 de marzo de 2009

Encrucijada en la catequesis, (¡uf! igual no es para tanto)


Hoy, en el taller de pastoral, la delegación de catequesis nos ha presentado un proyecto para la catequesis de infancia (6-9 años). Un proyecto que hace una opción por una catequesis en proceso y de conversion. Algo que por otra parte intentamos aplicar a toda nuestra pastoral. Pero siempre la cuestión es: ¿Es posible con la actual pastoral sacramental realizar una catequesis de conversión? ¿cómo proponer un proceso de conversión a personas que sólo están interesadas en recibir y celebrar un sacramento, más por motivos de costumbre, familiares o de otro tipo, antes que religiosos? estamos de acuerdo que todo en nuestra vida está muy mezclado, y que es difícil separar la cizaña del trigo, ¿pero qué está pasando en nuestra catequesis de iniciación cristiana cuando vemos que no estamos consiguiendo la incorporación de las personas a la Iglesia?... Como respuesta a este estado de cosas pueden surgir dos posturas, que han quedado reflejadas hoy en nuestra reunión:
1ª La que intenta, dentro de las actuales circunstancias, posibilitar esa conversión sin "apagar el pábilo vacilante", sin rupturas, metiendo "cuñas", proponiendo pequeños cambios..
2ª La que propone un cambio drástico, como es dejar de hacer convocatorias sacramentales y ofrecer procesos catecumentales mayormente a adultos y padres que faciliten el discernimiento de la opción cristiana y filtren todos aquellos que piden la sacramentalización por motivos que no son religiosos.

Ahí está para mí el verdadero reto. En el cual nos jugamos la Iglesia del futuro. Estoy seguro que la segunda proposición da vértigo, es conflictiva y nos puede convertir en iglesias minúsculas... pero ¿a dónde vamos con la primera? llevamos ya demasiados años así, crece el cansancio de los agentes de pastoral, la desafección de los catequizandos y el vacío de las iglesias... ¿no es hora de aventurarse en nuevos caminos?

martes, 3 de marzo de 2009

Cuaresma, desvalimiento, fracaso, noche oscura, cruz...


Un compañero sacerdote comentaba ayer la situación de desvalimiento institucional en la que vivimos los sacerdotes: primero porque vivimos nuestro sacerdocio con muy pocos apoyos, desde la institución eclesial no se preocupan demasiado por nuestra vida, nuestros sufrimientos o alegrias, nuestras dificultades... también la sensación de ser poco escuchados y tenidos en cuenta en nuestras opiniones; en segundo lugar está la dificultad creciente por encontrar eco y acogida a nuestras proposiciones pastorales, que acrecienta esta sensación de fracaso, de que las cosas y las personas cambian (cambiamos) muy poco, que la fe se retira progresivamente de las personas y también de nosotros... La desilusión y la desesperanza aparecen inevitablemente en el horizonte...
En un reciente retiro se nos hablaba de "esa noche oscura" por la que todos los cristianos tenemos que pasar en nuestra experiencia de Dios, una noche oscura que propicia nuestra purificación de la fe. Quizás, todo esto nos lleva a identificarnos, durante esta Cuaresma, aún más con los sentimientos de Cristo, acogiendo la invitación de S. Pablo a "tened entre vosotros los mismos sentimientos de Cristo" (Flp 2,5): Subir a Jerusalén con El, humillado, fracasado, despreciado, abandonado... esperando que nos permita participar también en su Gloria y Resurrección... Señor Jesús, ayúdanos!