domingo, 6 de enero de 2013

Epifanía



Como cuando era niño,
me levanté temprano y salí al balcón
a ver si los Magos habian dejado mi regalo,
y ¡Oh sorpresa!, ahí estaba, todo para mí,
radiante, brillante, el sol rojo,
amaneciendo, y llenándolo todo de luz,
quise cogerlo en mis manos,
y recordé que dentro de pocas horas,
lo levantaría yo mismo en la misa,
con estas mismas manos.

Luego me encontré con una viuda,
y por un momento me di cuenta
que eran tus palabras las que  consolaban
y tus manos las que acariciaban.
Y la emoción que de la garganta
me salía como a borbotones.
¡Que regalo me haces Dios mio!
que hoy quieras usarme.

Algunos niños en misa,
los veo con cierto aire decepcionado,
quizás no les han gustado
los regalos que les han dejado.
O quizás de usarlos ya se han cansado,
que todo lo material se desgasta de prisa.