martes, 8 de diciembre de 2015

Madre

      La madre de Teresa murió cuando ésta tenía catorce años. "En cuanto empecé a caer en la cuenta de la pérdida que había sufrido, comencé a entristecerme sobremanera; entonces me dirigí a una imagen de Nuestra Señora y le rogué con muchas lágrimas que me tomase por hija suya". Así describe Santa Teresa de Jesús en el libro de su vida, su experiencia al perder a su madre.   

     Pensé en este pasaje de la Santa, estos días que he perdido a la mía.  Y como ella, yo también me dirijo hoy a ti, Madre del Cielo pidiéndote que seas desde hoy seas mi madre, no sólo como un título con el que me dirigía a ti hasta ahora, sino sintiéndote como madre de verdad.  Y como hacía con Carmen aquí, te llamaré al menos dos veces al día, para saludarte y contarte algo de mis alegrías y tristezas, mis preocupaciones.  Los domingos que comía y pasaba la tarde con ella, te rezaré el rosario de una manera más pausada de lo habitual.  Y procuraré ocuparme de tus asuntos, cuidando que nada te incomode u ofenda, que nada te falte... como hacía con mi madre.   

    Madre del Cielo, María, no me dejes nunca de tu mano, hasta que un día puedas tú ponerla de nuevo en las manos de mi madre Carmen, y allí en el Cielo juntos, contigo y con tu Hijo, mi hermano mayor, Jesús, vivir felices para siempre.

sábado, 17 de octubre de 2015

Misioneros y Famosos



           Se habla mucho de la basura que nos vomita la televisión todos los días, con las historias de esos personajes y personajillos que su único mérito es haberse arrimado a otro famosillo que a su vez se arrimó a otro y así hasta el infinito. Amantes de cantantes y actrices, modelos, exmaridos de hijas de toreros, personas y personajes que hacen de sus intimidades una mercancía, dispuestos a todo por el dinero.  Y luego esos programas que encierran a unas personas en situaciones inverosímiles para que hora tras hora, día tras día, contemplemos el transcurrir de sus vidas, excitados por el morbo. Realmente hay que preguntarse hasta que punto nuestra sociedad está entrando en una espiral de embrutecimiento al dedicar tanto tiempo y dinero a esas vidas de miseria.  Sí, algo grave está pasando cuando somos capaces de encumbrar a este tipo de personajes y sin embargo aquellos que realmente hacen algo por los demás gratuitamente pasan desapercibidos.   Este puede ser el caso de nuestros misioneros.  Miles de compatriotas nuestros que anónimamente, están realizando en los países más pobres una labor de titanes.  ¡Qué sería de este mundo sin ellos!  ¡Quién nos iba a recordar la injusticia en que viven tantos pueblos!  ¡Quién iba a subir a las favelas del Brasil,  o bajar a los suburbios de las ciudades africanas a llevar un poco de pan y cariño!  ¡Quién iba a recoger a los muertos por las calles de Calcuta!...  Y encima sin cobrar nada, sin ningún reconocimiento.   Sólo de vez en cuando, una noticia escueta en las televisiones sobre ellos, sobre todo cuando en alguna masacre aparecen ellos como los únicos que se quedan al lado del pueblo.   Y es que los misioneros parecen seres de otro planeta. Porque están a años luz de los valores en boga, de lo que se nos vende en las TVs, de lo que todos aspiramos como ideal de vida.   Pero lo bueno de todo esto es que no cabe ninguna duda de quién es más feliz: no hay más que verlos en la Tv con esa alegría sin fingimiento que les sale del alma y compararlos con esos rostros y esas posturas desencajadas del famoseo. Comparar aquella monjita rescatada de la masacre de Ruanda que decía que estaba esperando volver lo antes posible, con esa famosa que alardea de su adulterio.

          Los misioneros han entendido bien lo que Jesús nos decía hoy en el evangelio: que El no ha venido para que le sirvan, sino para servir y dar su vida por todos. Ellos son la gloria y la honra de nuestra Iglesia y de la humanidad.  Y hoy día del Domund en que se nos solicita nuestra oración y nuestra ayuda económica,  nosotros correspondemos con todo nuestro aprecio y generosidad. Que el Señor nos haga a todos servidores de los demás, y dé a la Iglesia misioneros y misioneras dispuestos a anunciar el evangelio a todos los hombres.


 

Del sentido de la vida y otras consideraciones: Videoclip evangelio 29º T.O.B

viernes, 4 de septiembre de 2015

La guerra interminable

Preguntas y más preguntas:
-¿Dónde están esos emires y emiratos árabes, príncipes del petróleo que gastan millones en construir absurdos y mastodónticos rascacielos, enormes estadios para un próximo mundial de futbol,  que crean islas exclusivas para el goce de millonarios... es que no tienen nada que decir y hacer sobre lo que está pasando en Siria, Irak...?
-¿Dónde están las protestas de esas multitudes musulmanas que gritan en las calles amenazas a Occidente cuando se hace una caricatura de Mahoma y permanecen callados ante la guerra y matanzas de esos paises?
-¿Dónde están los imanes que nos hablan de que el Corán es un libro de Misericordia y no dicen nada de esta situación?
-¿Dónde están nuestros gobiernos que miran para otro lado ante las masacres que se están dando?, ¿quizá porque esos paises no son geo-rentables por su carencia de petróleo? ¿Por qué la Coalición Internacional contra Sadan Hussein en Irak  intervino con ejércitos por tierra, mar y aire y ahora sólo lo hacen con drones?
-¿Dónde están las voces cristianas que no presionan a nuestros gobiernos para que hagan algo ante esas matanzas?
-¿Por qué algunos países sostienen económicamente al IS comprando clandestinamente sus tesoros arqueológicos o su petróleo y ésto sabiéndolo la comunidad internacional no se denuncia ante la ONU?
-¿Qué está haciendo la ONU y su Consejo de Seguridad más allá de unas resoluciones condenando al IS? ¿Por qué no se envían allí Cascos Azules?
-¿Por qué una foto es capaz de remover conciencias cuando sabemos que desde hace meses, miles son masacrados y mueren en su huida de aquellos paises?
-¿Por qué la Comunidad Europe es tan miserable como para tratar el tema de los refugiados sólo desde las cuotas de acogida que corresponden a cada país?
...

martes, 25 de agosto de 2015

Mi homilía en la Fiesta de San Bartolomé



             Queridos hermanos y amigos.  San Bartolomé nos convoca en este día para unirnos aún más como pueblo y como comunidad cristiana y para recordarnos de dónde venimos, cuáles son nuestras raíces.   El Papa Francisco, decía recientemente "que un pueblo que pierde sus raíces compromete su futuro".   Por eso es importante que en la fiesta hagamos un hueco también a la celebración de este Santo Cristiano que nos habla de una tradición milenaria que abrazaron nuestros antepasados. 

            Es cierto que hoy la situación pueden ser muy distinta a la que vivieron nuestros antepasados. Entre otras cosas y gracias a Dios, hay libertad de expresión y de conciencia, hay pluralidad de ideas y de criterios, y hay libertad de culto,  y todo eso lo podemos vivir además sin romper la convivencia basándonos en leyes que nos hemos dado.  Una convivencia que sufre, como es normal, tensiones.  En el aspecto religioso esa tensión se ha dado últimamente con la polémica sobre la actuación de algunos ediles de los ayuntamientos surgidos de las últimas elecciones, que han querido mostrar su ateísmo, agnosticismo o indiferencia hacia la fe cristiana que celebra una eucaristía el día del santo patrón, dejando de participar en la misma,  alegando su libertad de conciencia.  Por supuesto que como cristianos lo apoyamos totalmente,  no faltaría más.  Precisamente San Bartolomé, San Fermín, San Sebastian, todos ellos murieron mártires por defender su derecho a la libertad de profesar una fe distinta a la que imponía el emperador romano de turno. Siempre recordamos que la fe no se impone, sino que se propone.  También algunos cristianos han dicho que como representantes del pueblo, estos ediles deberían representarnos en los actos religiosos.  En mi humilde opinión creo que tampoco ese sería el buen criterio,  porque siempre unos pueden alegar que por encima de todo está la libertad personal y otros pensamos que la participación en la eucaristía requiere un acto personal de fe que no admite representación.   Pero entonces, no hay alguna razón para que los alcaldes y ediles participen en las eucaristías en honor de los santos patronos? Sí, sí que la hay.  Es una cuestión de cortesía, junto con el necesario respeto y aprecio institucional por otra institución,  en este caso la Iglesia, que creo que nadie duda del bien que aporta a la sociedad.  Repito, respeto y también aprecio porque a menudo el respeto se entiende como indiferencia.

            En unos tiempos como los que vivimos, de pluralidad, pero también de disgregación y confusión, de desorientación, creo que todos podíamos hacer un esfuerzo por encontrar aquello que nos une, aquellos mínimos que creemos necesarios para la convivencia.   El respeto y el aprecio por lo que cada uno es y defiende, puede ser ese mínimo necesario hoy, juntamente con la cortesía, o dicho de otra manera, las buenas maneras, la amabilidad, el buen royo, como se dice ahora...

            Termino empleando las palabras que el apóstol Bartolomé le dice a Felipe cuando viene a presentarle a Jesús de Nazaret.  Bartolomé le dice:  ¿es que algo bueno puede salir de Nazaret? Hoy también muchos pueden decir o pensar:  ¿es que algo bueno puede salir todavía de la Iglesia?  Me atrevo a decir que sí, porque como decía recientemente el teológo español Pagola:  "Aunque algunos pueden tener motivos para abandonar la Iglesia, hay uno fundamental para permanecer en ella, y este es que la Iglesia es la única que me garantiza y me transmite a lo largo de los siglos el conocimiento verdadero de Jesús de Nazaret y su mensaje".  Y su persona y su mensaje son siempre luz y guía para nuestro caminar por la vida.  Qué Él nos bendiga ahora y siempre. Amén.

lunes, 10 de agosto de 2015

Procesiones y Misas en el día de los patronos de los pueblos...

¿Comunicación del Alcalde invitando al Párroco a la procesión y misa en el día del patrono?
Pues claro que sí: ¿no se programan actos festivos, culturales, deportivos, taurinos...? ¿por qué no también actos religiosos, cuánto más cuando se trata de celebrar a un santo católico que da nombre a las fiestas del pueblo?.
Muy bien Jesús Jesus Mari Rodriguez. Trabajando por el aprecio y respeto mutuo instucional, por una buena convivencia en el respeto de las conciencias y asumiendo nuestras tradiciones con normalidad .

¡Ojalá otros ayuntamientos tomasen nota!

martes, 28 de julio de 2015

Qué pena me da!!!

Qué pena me da... que tristeza, que la Iglesia, a la que tanto amo, tenga que salir en los medios de comunicación por estas noticias, que manifiestan tanta insensibilidad y falta de misericordia. A mi humilde modo de entender, se quivoca el párroco, y se equivoca el Obispo al prohibir ser padrino de bautismo a un transexual. Es uno de esos casos en los que la misericordia hay que anteponer a la ley. Porque después de todo, en qué no cumple esta persona con la normativa? Por qué su vida no se acomoda a las enseñanzas de la Iglesia? Un hombre que desde joven se sintió encerrado en un cuerpo de mujer, y que siendo adulto decidió dar el paso, con las luchas personales y de su entorno que se pueden imaginar, para vivir como lo que es y se siente. Es eso ir en contra de las enseñanzas de la Iglesia?. Que alguien me lo explique... Por favor, ya está bien de excluir y maltratar a las personas en su dignidad. Me pregunto si los curas ya nos atenemos al canon al que se apela, cuando permitimos ser padrinos a corruptos, maltratadores, ateos.... etc. Alguno se atrevería a negar el padrinazgo a los bárcenas y pujoles? Cuantas veces tendremos que recordar el evangelio con aquello de Mc 2,27-28 "el sábado se hizo para el hombre y no el hombre para el sábado", o aquello otro de Mt 9,13 "Andad pues, y aprended qué cosa es: Misericordia quiero, y no sacrificio". Dejemos ya de hacer daño en la viña del Señor!

miércoles, 15 de julio de 2015

Sobre la presencia de autoridades civiles en las celebraciones religiosas.

Este año, con la ausencia del Alcalde de Pamplona y algunos concejales en la Misa de San Fermín, ha surgido la polémica.  Una polémica que es redundante y que suele aparecer siempre que hay autoridades civiles que asisten a una celebración religiosa. Véase la coronación del Rey, el funeral de militares muertos en accidentes, etc. etc.   En definitiva el problema es cómo conjugar las tradiciones con la pluralidad religiosa y la libertad de conciencia.    Volviendo al caso de San Fermín de este año, a mi modo de entender se equivocan todos aquellos que denigran al Alcalde por no haber asistido a la Misa del Santo. Tenemos que recordar primero que la Eucaristía es  "fuente y culmen de toda la vida cristiana" (LG 11).  Dicho de otra manera, la Eucaristía convoca y reúne a los que profesan la misma fe.  No se entiende que puedan participar en ella aquellos que no comparten esa fe.  Ni tan siquiera a título representativo (como alcalde o corporación) puede hacerlo.  Porque nadie puede representarnos por nuestra fe que es personal.   Es una situación que vivimos no sólo en las capitales de provincia, sino en los pueblos.  Siempre ese malestar entre algunos miembros de las corporaciones municipales que se ven como obligados a asistir a celebraciones religiosas.  Si hay algo que no se puede soportar, por mucha tradición que haya, es que la asistencia a un acto religioso sea obligatoria.   Las tradiciones surgen y se mantienen en ciertos contextos socio-culturales que cambian y que piden que se renueven y respondan al sentir de las personas.  A nadie se le oculta que San Fermín, o los santos patronos de los pueblos, persisten en esa pseudo-religiosidad que tiene que ver más con la identidad o pertenencia a un pueblo que con la pertenencia a una fe.   ¿Cómo conjugar, pues, la libertad de conciencia con la tradición?    Creo que bastarían algunos cambios pequeños: en el caso de San Fermín, se podía comenzar con la Misa en el templo de San Lorenzo con el cabildo ya en la Iglesia asisatiendo aquellos fieles que así lo desean, incluidos los concejales que lo quieran, mientras la corporación o el resto de la corporación vendría desde el ayuntamiento directamente hasta la Iglesia.  Bastaría con sincronizarlo un poco. Podían esperar unos minutos en la puerta hasta que acabase la misa y saliese la imagen seguida del cabildo uniéndose  la corporación para hacer la procesión tradicional.  Y se terminaria en San Lorenzo, evitando el bochorno de los insultos de la calle curia, por muy sentido martirial que le dé el Arzobispo y el cabildo. 

Pequeños cambios para adaptar las tradiciones a las nuevas sensibilidades, para aclarar lo que significa la fe, para buscar la inclusión, sin que nadie se vea forzado a hacer lo que no quiere.  Proponiendo siempre, nunca obligando...

viernes, 12 de junio de 2015

Pederastia, el Papa, el PP, el Psoe...

Hace unos años, en pleno escándalo mediático con la pederastia de Marcel, y los curas irlandeses y estadounidenses, se planteó el asunto en el Consejo de Presbiterio.  Un compañero, queriendo defender a la Iglesia, nos habló de que la pederastia se da en todos los ámbitos de la sociedad, y que según las encuestas, sobre todo en el ámbito de la Familia...  Con ser cierto lo que nos dijo, lo que no se percataba mi querido hermano en el presbiterio es que el problema con ser grave, no es el pecado, ni tan siquiera el pecador, sino el ocultamiento. Y eso es lo que no perdona la gente:   que institucionalmente hayamos escondido y ocultado la pederastia creyendo hacer un servicio a la Iglesia, flaco servicio por cierto.  No cabe duda de que todo eso ha provocado desafección hacia la Institución Eclesial.  Gracias a Dios, los papas Benedicto y Francisco, están poniendo remedio:  http://internacional.elpais.com/internacional/2015/06/10/actualidad/1433946072_880420.html

         Por extensión podríamos aplicar todo esto a la pérdida de votos que han sufrido, en las últimas elecciones, los dos partidos mayoritarios.  La corrupción que recorre las filas de sus políticos está suficientemente documentada.  Pero lo que no perdona la gente es que se haya intentado ocultar, disimular  e incluso justificar.  Y desde luego la falta de reacción para erradicar esa corrupción.  Todo eso pasa factura, como pasa factura a la Iglesia.

martes, 9 de junio de 2015

Messi, el G7, la Pantoja...

                 Semana de grandes acontecimientos deportivos, políticos y mediáticos...  Los del G7 en su party en los Alpes, hablando de cómo frenar a Putin, los Messi y Cía endiosados con la Tripleta, la Pantoja entrando y saliendo de prisión llenando billones de horas en la telebasura...  

                Con todo esto en la mente pensaba en el mensaje de Jesús de hoy, dirigiéndose a los discípulos que han escuchado el Sermón del Monte, sobre las Bienaventuranzas... Jesús les dice, "vosotros sois la sal de la tierra, vosotros sois la luz del mundo".   Como siempre Jesús provocandonos hasta los tuétanos, nosotros que tenemos puesta la mirada en la fuerza del poder, el brillo del dinero, las proezas deportivas...  Jesús no tiene en cuenta para nada a esa gente... El se dirige a los discípulos casi analfabetos y pobres que le escuchan...  Porque el verdadero cambio, la verdadera fuerza del cambio en nuestra vida no proviene del poder, del dinero ni de la fama, ni mucho menos de aquellos que la ostentan y a los que admiramos.   El verdadero cambio viene cuando cada uno de nosotros aceptamos ser sal que realza el sabor de la convivencia, que purifica el mal que provocamos, que conserva lo bueno que tenemos.  El verdadero cambio viene de las personas que cada día hacen su pequeña tarea, su pequeño trabajo, con honradez y honestidad, esa es la luz del mundo, aunque sólo sea Dios el que la vea y la aprecie...

lunes, 1 de junio de 2015

Sobre "la gran pitada"

Leo comentarios en los foros y en las redes sociales, sobre la pitada al himno y al Rey en el partido celebrado esté sábado en Bcn.  Comentarios que van desde la burla y el cachondeo de unos, pasando por la indiferencia de otros, y terminando con la irritación de los de más allá... Para algunos es sólo una falta de respeto, para otros un levantamiento civil...  Otros hablan de las sanciones que hay que promover como expulsar al barca y al atletic de la Copa, suspender el partido cuando haya pitadas, o  sancionar a los equipos...

Con todo, los comentarios que más me sorprenden son aquellos que dicen que no tiene importancia la pitada, que es un señuelo para que la gente no piense en problemas mayores y que habría que pitar al gobierno por sus políticas sociales...

Yo creo que este acontecimiento no es tan baladí o tan inocente como algunos piensan.  El hecho en sí merece toda la atención.  Porque lo que se manifiesta es el quebranto de la convivencia, y este sí que es un problema grave.  Cuando no se respetan las ideas y sentimientos de los demás en cuestiones como por ejemplo la identidad o la religión,  cuando no se respetan las leyes que nos hemos dado, se está traspasando una línea roja detrás de la cual aparece el abismo con la caída y desaparición de las razones para conviver, dialogar y convencer... y entonces llega el fanatismo y la tiranía.

Qué se puede hacer? ante todo no callar.  Se trata de expresar lo que uno piensa, sin agredir y sin molestar al otro.  Así mi postura pone en evidencia la violencia de la tuya.  Si tú me provocas con tu falta de respeto hacia mi identidad y mis signos, yo te respondo respetando los tuyos.  Si tú me insultas con tus gestos, yo te respondo con mis razones. Si tú me agredes con tus maneras, yo te respondo invocando la búsqueda de lo que nos une.  Si tú no obedeces las leyes que nos hemos dado, yo apoyaré su cumplimiento...

Es esto buenismo? Dejarse vencer? Claudicar?....  Yo lo llamo resistencia activa. Aplicable a todos los ámbitos de la vida.

domingo, 19 de abril de 2015

La presencia del Resucitado



Los relatos de las apariciones intentan llevarnos desde la incredulidad a la fe, desde la decepción a la esperanza, y desde el temor y la cobardía a la alegría y valentía del testigo. Este es el camino que tuvieron que hacer los discípulos, y con ellos, nosotros también podemos empezar a dar los pasos para poder reconocer que el Crucificado ha Resucitado.
         
          Hay algo que sorprende en todos los relatos de las apariciones, y es que los discípulos no reconocen a Jesús inmediatamente, parece como que su realidad de resucitado no se deja revelar de inmediato,  es poco a poco,  a través de sus palabras, de sus heridas, de sus gestos, que le irán reconociendo  y cambiando su ánimo del temor a la sorpresa, y de la sorpresa a la alegría. Esto nos da una idea de que la presencia del Resucitado no sólo sucede a nivel de la corporeidad que se ve y se toca, sino también y sobre todo a través de la memoria y la comprensión de que lo prometido por Dios desde antiguo, se ha hecho realidad en el Señor Jesús. Es lo que el evangelio nos dice cuando cita: “entonces les abrió el entendimiento para comprender las Escrituras”. Por eso, los encuentros del Señor se dan en ámbitos que los discípulos pueden reconocer como pertenecientes al Jesús que conocieron: la enseñanza de las Escrituras, el compartir la mesa y la comida… son gestos esenciales que permitirán a los discípulos creer.

          Estos gestos los podemos encontrar en la Eucaristía, donde el recuerdo del Señor Jesús, se actualiza y se hace presencia real en medio de nosotros. A través de la proclamación de la Palabra de Dios y la consagración del pan y el vino, el Resucitado nos abre el entendimiento para comprender y aceptar el triunfo de Jesús sobre el pecado y la muerte.   Y hecho esto, podamos ser sus testigos en medio del mundo.

sábado, 11 de abril de 2015

Resucita el Crucificado



Desde el fondo de los siglos, desde aquellos lejanos días de la Pascua del Señor, nos llegan las últimas palabras de Cristo resucitado, y con ellas su última bendición para todos nosotros: “Dichosos vosotros que creéis sin haber visto”.  Es la última y definitiva bienaventuranza.  Como aquellas bienaventuranzas que proclamó en la montaña, ésta última nos invita a descubrir y a experimentar una nueva forma de ser y de vivir en este mundo.  Allí se nos invitaba a abrazar la pobreza y la humildad frente a las ansias de poder y riqueza que nos esclavizan y crean injusticia, allí se nos invitaba a luchar por la paz en contra de toda violencia, y hoy se nos invita por último a creer frente a la incredulidad, el miedo y la desesperanza.    Detrás de todas estas invitaciones de Dios en el fondo hay una sóla, invitación a confiar en El.  Una confianza que tiene que comenzar por dejar que nuestro corazón se abra a algo más que nosotros mismos, a algo más allá de nuestro horizonte existencial.   Pero ¿qué hay detrás de la fe en la resurrección?  ¿porqué nos llama dichosos Jesús a los que creemos en ella?  ¿qué consecuencias tiene para nosotros creer en la resurrección?  De entrada tenemos que dejar la pretensión de imaginarnos lo que es la resurrección, o de cómo pudo ser posible.  Ya San Pablo tuvo que salir al paso de estas preguntas que también se hacían los primeros cristianos diciéndoles que se trata de algo “que ni el ojo vio, ni el oído oyó, ni el corazón del hombre puede imaginar lo que Dios ha preparado para los que le aman”.  Estamos pues ante un Misterio más allá de las posibilidades de entendimiento del ser humano. Pero  sí entra dentro de nuestras posibilidades descubrir lo que la resurrección produce y las consecuencias que conlleva. En primer lugar, la resurrección de Jesús significa que la muerte ya no tiene dominio sobre El.  Jesús ha traspasado el umbral de la muerte a una nueva vida en la que la muerte ya no está en el horizonte de la existencia.  Pero también es verdad que muchas personas creen que tiene que haber otra vida, también los judíos que mataron a Jesús, los sacerdotes, los fariseos y hasta los romanos creían en la otra vida.  Lo que tiene de verdadera originalidad la resurrección de Jesús es que precisamente resucita aquél que es asesinado por el poder, la violencia, la riqueza y una forma especial de considerar la religión.   Quien resucita es el que eligió ser pobre entre los pobres, el que resucita es el que eligió ser pacífico frente a los violentos, el que ayudó y sanó, el que dijo siempre la verdad, el que compartió y se solidarizó con los pecadores.  Por eso cuando nosotros proclamamos la resurrección de Jesús no estamos proclamando solamente que hay una vida después de la muerte, sino que a esa vida se accede, se entra practicando las bienaventuranzas, tal como las enseñó y practicó Jesús.  Y esto realmente sí que tiene incidencia para nuestra vida.  

          En una palabra, de lo que nos habla la resurrección de Jesús es de cómo es Dios.  Y este Dios es el que se muestra como Dios de vivos y no de muertos. Un Dios que no se deja manipular por el hombre, que está más allá de todas nuestras expectativas, el Dios creador, el Dios de la vida, el Dios que no nos abandona nunca, el Dios Padre que nos ama aquí, en la muerte, y después de la muerte. 

          Y es a este Dios al que hoy se nos pide que demos nuestra confianza, es a este Dios al que hoy se nos pide que abramos nuestro corazón, que empecemos por conocerle más, por apreciarle más.  Y es aquí en la comunidad de sus seguidores, en esta comunidad real de sus discípulos, con sus luces y sus sombras, con sus buenas y malas obras, donde se nos invita a descubrirle y a seguirle.  Juntos, soportándonos unos a otros, con un mismo pensamiento y sentimiento de agradecimiento, con un mismo afán por compartir nuestros bienes y  solidarizarnos con los que no tienen nada.

          Dichosos nosotros si dejamos a Dios ser Dios, dichosos nosotros si abrimos nuestro corazón, dichosos nosotros si confiamos en Dios y en todos los que nos han testimoniado su fe en El a lo largo de los siglos.   Que la alegría y la paz del Señor resucitado nos colme ahora y siempre.

2º domingo pascua: La fe no es una conquista de la razón, sino un don que se pide...

viernes, 3 de abril de 2015

Estaba la madre...



“Lo vimos sin aspecto atrayente, despreciado y desestimado. El soportó nuestros sufrimientos y aguantó nuestros dolores; herido y humillado, traspasado por nuestras rebeliones, triturado por nuestros crímenes”.   Así nos describía el profeta Isaías la figura del Mesías, un Mesías que toma el rostro del Siervo sufriente.  A pesar de que conocemos muy bien la Pasión del Señor, a pesar de que hemos la hemos visto mil veces representada en el arte y en el cine, nos cuesta comprender todo el dolor y sufrimiento que se abatieron sobre El.  Más aún que el sufrimiento físico de la tortura a la que fue sometido, Jesús sufrió el dolor psicológico y espiritual del fracaso y del abandono.  La Misión por la que había vivido estaba fracasada, sus amigos le habían negado y abandonado, el  pueblo al que había dirigido su mensaje estaba burlándose de El, y la injusticia de su condena por parte de los sacerdotes, el desprecio de los romanos... hasta Dios parece que le ha dado la espalda.  Y en medio de este vacío infinito, Jesús “humillándose voluntariamente no abría la boca, como un cordero llevado al matadero, como oveja ante el esquilador, enmudecía y no abría la boca”.  Es como si Jesús quisiese apurar hasta el fondo todo el horror y la miseria humana.  Su solidaridad con el hombre le lleva a cargar sobre sí las situaciones más espantosas por las que podemos pasar. Colgado de una cruz, como un malhechor, entre el cielo y la tierra, abandonado de Dios y de los hombres, parece que para El no hay lugar ni en el cielo ni en la tierra. 

          “Y mirarán al que atravesaron”.  A lo largo de los siglos los hombres y mujeres de este mundo seguimos mirando aquella cruz; para unos sigue siendo necedad, para otros un interrogante, para nosotros los cristianos el signo de nuestra salvación.  En aquella cruz colgó y sigue colgando lo mejor de nosotros mismos: la bondad, la inocencia, la honradez, la coherencia, la generosidad... todo aquello por lo que somos realmente humanos.  

          Pero la Cruz sigue levantada en nuestro mundo porque Cristo continúa agonizando en los millones de hermanos nuestros que agonizan por falta de alimentos y medicinas.   Su rostro desfigurado y humillado sigue presente en los rostros de las víctimas del terrorismo y la intolerancia, en los rostros de las mujeres sometidas a vejaciones, en los rostros de los emigrantes africanos que andan perdidos por nuestras calles y plazas, en los rostros de millones de niños del tercer mundo sometidos a trabajos indignos. 

          “Mirarán al que atravesaron”. En esta tarde de Viernes Santo nosotros levantamos la mirada a la cruz, superando nuestra repulsión, intentando descubrir en ella el amor infinito de Dios, pidiendo al Señor la gracia de asociarnos a El también en el sufrimiento y en el dolor, porque sabemos que la Gloria del hombre aunque pasa por el dolor y la muerte no termina ahí.   Pero en esta mirada a la cruz no estamos solos.  Hay un himno latino que empieza así “Stabat Mater...” “La Madre estaba de pie junto a la cruz”.  Ahí está también ella, la madre, nuestra madre, ella acaba de recibir la misión de ser madre de toda la humanidad, ella que todo lo soportó, que todo lo aguantó, alimentándose solo de la fe y de la confianza en Dios.  Con ella no nos da miedo mirar a la cruz, con ella no, con ella podemos ir a cualquier sitio, detrás del Hijo.  Que ella nos ayude a mirar las cruces de este mundo con compasión, que ella nos ayude a reconocer en los rostros desfigurados y humillados de todos nuestros hermanos y hermanas el rostro desfigurado y humillado de su Hijo, que ella nos ayude a trabajar para que jamás ninguna madre tenga que mirar a su hijo crucificado.

Pasíón de Ntro. Sr. Jesucristo

jueves, 2 de abril de 2015

Jueves Santo




            Estamos recordando y celebrando la última Cena del Señor con sus discípulos.  San Juan, antes de contarnos lo que allí ocurrió nos dice que Jesús habiendo amado a los suyos los amó hasta el extremo.  El amor va a ser el marco en que discurra todo lo que nuestros ojos van a ver desde esta noche a la noche de la vigilia pascual:  El amor de un hombre por sus amigos y las consecuencias que mantener ese amor le acarrearon. El amor de Dios por todos los seres humanos manifestado en su Hijo.  Es importante que tengamos en cuenta esto si queremos comprender  todos los acontecimientos que vamos a celebrar. 

          La última Cena del Señor se desarrolla en la fiesta de la Pascua,  fiesta en la que los judíos recordaban que Dios les había liberado de la esclavitud de los egipcios.  Aquí esta ya la primera clave para comprender de qué amor estamos hablando.  Contra esa tentación que todos tenemos de hacernos la imagen falsa de un Dios bonachón, inoperante, tapa-agujeros, el Dios de la Alianza se nos rebela como un Dios empeñado en liberar al hombre de la esclavitud, poniéndose del lado de los explotados y oprimidos.  Dios ama eficazmente, denunciando nuestras injusticias y opresiones, animándonos a cambiar nuestras relaciones de dominio y apariencia, ayudándonos a descubrir la fraternidad.  Y recordando este hecho fundamental para los judíos, Jesús va a dar un paso más, Jesús va a ser el canal por el que el amor liberador de Dios se desborda hasta el extremo.  Contra la tentación que todos tenemos de amar sólo a los que nos caen bien, de amar sólo a los que nos corresponden,  Jesús nos enseña el verdadero significado de la palabra Amor.  Y lo hace con un gesto sencillo: poniéndose a los pies de sus amigos para lavarles los pies.  Era este un servicio que realizaban los esclavos y que repugna a Pedro.  Precisamente, Pedro, los discípulos y todos nosotros, tenemos que comprender y aceptar, pese a nuestra repulsión, la verdadera revolución del amor cristiano: amor como servicio, sin esperar nada a cambio, amor que se humilla, poniéndose a los pies de todos.   Con Jesús, Dios mismo se ha puesto a nuestros pies para que comprendamos que no hay más Gloria que esa.  Ya no hace falta aparentar, ni ser más que los demás, ni competir, ni explotar a nadie, porque el verdadero camino de la humanidad que va al encuentro de Dios es el de la fraternidad, un pueblo de hombres y mujeres que se ponen a servirse mutuamente por amor. 

          Con razón se ha llamado a este día el día del Amor fraterno.  Y siendo así es necesario que todos nosotros después de ver y oír a Jesús, salgamos de esta celebración con el ánimo renovado de trabajar y luchar por conseguir unas relaciones más fraternas.  Empezando por derrumbar las barreras que hemos construido en nuestra familia, con nuestros hermanos, con nuestros vecinos, con nuestros compañeros de trabajo.  A veces bastará con una mirada, un gesto, una mano que se abre.  Otras tendremos que buscar el diálogo, quizás pedir perdón, quizás tendremos que devolver lo que no es nuestro.  Todo merece la pena para conseguir la reconciliación. Es cuestión de dejar nuestro orgullo y dar paso a ese amor misericordioso de Dios que se está abriendo ya en nuestro corazón. 

          Hoy Jesús nos dice a nosotros como lo dijo a sus discípulos: “¿Comprendéis lo que he hecho con vosotros? pues hacedlo vosotros también”. ¿Seremos capaces de comprender y aceptar amar como Dios ama? 

Lavatorio de pies en el Jueves Santo

sábado, 28 de marzo de 2015

Domingo de Ramos: El Dios al que echamos fuera



           Hemos iniciado ya la Semana Santa. Y lo hemos hecho recordando dos hechos: en primer lugar, la entrada de Jesús en Jerusalén en olor de multitudes; en segundo lugar su pasión y muerte en la cruz.  Hemos escuchado muchas veces estos pasajes del evangelio.  Nos son muy familiares los hechos que desencadenan la tragedia de Jesús.   Las intrigas de los fariseos y sacerdotes, el juicio lleno de calumnias y mentiras, la negación de Pedro y el miedo de los discípulos, el horror de la tortura, la angustia y sufrimiento de Jesús.  Cuando contemplamos todo lo que sucedió, no deja de sorprendernos el cómo se pudo dar en  tan pocos días tal cúmulo de desatinos y de injusticias, nos preguntamos  ¿cómo es posible que nadie saliese en defensa de Jesús?,  ¿dónde estaba aquella multitud que le vitoreaba a la entrada de Jerusalén?  Esa misma multitud era la que pocos días después pedía a gritos su crucifixión.  ¿Cómo pudieron olvidar tan pronto todo el bien que Jesús había hecho?.  Sabemos que la masa fue manejada pero aún así, nos cuesta comprenderlo. 

          Y sin embargo, lo terrible de la tragedia de Jesús, es que es de máxima actualidad.  Todo lo que sucedió allí está sucediendo hoy y sucederá a lo largo de los siglos. Aquellos protagonistas somos hoy nosotros, como si aquella tragedia se representase una y otra vez como una maldición.   También hoy como aquella multitud, somos capaces de vitorear a Jesús, pero sólo cuando nos conviene: cuando nos vemos en una enfermedad o ante un grave problema, entonces buscamos el milagro fácil;  cuando nos interesa aparentar o quedar bien, no dudamos en pedir los sacramentos, con la excusa de que mi niño no sea menos que los demás, o que mi boda sea lo más bonita posible.  Pero de la misma manera y con la misma facilidad, pasamos a denigrar a Jesús, le rechazamos cuando nos damos cuenta que lo que El quiere es servicio y no poder, coherencia y no apariencia, solidaridad y no egoísmo, lo ridiculizamos en la Iglesia, en sus representantes, en los fieles...   Los fariseos somos también nosotros cuando bajo la excusa de defender la ley,  humillamos y despreciamos a los demás.   La negación de Pedro se repite una y otra vez en cada uno de nosotros. Negación a complicarnos la vida.  Y el miedo de los discípulos está siempre en nosotros tentándonos a no comprometernos, a dejarlo estar, a huir.  Mientras tanto, Jesús y todos los crucificados de este mundo, siguen pidiendo justicia, un poco de compasión.  La Cruz nos recuerda siempre que este mundo nuestro continúa empeñado en rechazar a Dios.  Pero la Cruz también nos recuerda cómo es Dios. Y el Dios que muere en la Cruz es el Dios que nos ama tanto que se deja echar de este mundo sin levantar una mano contra sus hijos, abriéndola para darnos la vida. El Dios de Jesús abre los brazos en la Cruz para siempre, acogiéndonos en un abrazo eterno, reconciliándonos con Dios, reconciliándonos con nosotros mismos.  Dios pasa por este mundo cargando sobre sus espaldas todo el horror que somos capaces de fabricar los seres humanos.  Y contra toda lógica, El sigue con nosotros, apostando por nosotros.  Por eso desde entonces nada es igual.  Jesús ha dejado en este mundo una esperanza inagotable para todos los pobres y desheredados de este mundo,  Jesús ha abierto el camino de la verdadera humanidad,  en Jesús reconocemos para siempre lo mejor de nosotros mismos.  Lo que significa ser verdaderos seres humanos.

          Por eso iniciamos hoy la Semana Santa, con el corazón lleno de agradecimiento por Jesucristo, puesta la mirada en la gran fiesta pascual, en el triunfo del hombre, en la celebración de la misericordia y fidelidad eternas de Dios.  El relato de la Pasión acababa con el testimonio de un centurión, un pagano, un testimonio proveniente del que menos cabía esperarlo:  “Verdaderamente este era Hijo de Dios”.  Todo el evangelio de San Marcos nos invita a unirnos a este testimonio. Este sí es el verdadero personaje con el que tenemos que identificarnos.  Después de haber colaborado en dar muerte al Señor, desde nuestra miseria y pecado, todavía podemos reconocerle a El como el verdadero Hijo de Dios. Y desde este reconocimiento, volver nuestro corazón hacia todos los crucificados de la tierra para evitar que se levanten nunca más cruces.

Domingo de Ramos


sábado, 21 de marzo de 2015

La cruz en el horizonte... 5º domingo cuaresma



Estamos ya cerca de la Semana Santa, el próximo domingo celebraremos el domingo de Ramos.  Desde el domingo pasado la liturgia nos está introduciendo pausadamente en la contemplación de la Cruz.  La muerte aparece en el horizonte de Jesús.  El evangelista San Juan nos describe el temor y la angustia que Jesús está sintiendo.  Un temor y angustia que llegará a su paroxismo el Jueves Santo.   Jesús no quiere morir, todo su ser se rebela ante el sufrimiento y ante la muerte.  Pero Jesús también es consciente de su misión, la misión de mostrar al mundo el rostro misericordioso de Dios, y esa misión Jesús la ha asumido con todas sus consecuencias.  Jesús es consciente de que el mundo rechaza a Dios, el mundo del poder, del dinero, de la explotación de unos hacia los otros, rechaza a un Dios Padre que quiere la igualdad y la hermandad de todos sus hijos.  Por eso Jesús, no se engaña, acepta aunque con angustia, la muerte que se avecina.  Y esta aceptación la hace confiando en Aquel que le encomendó la misión.

          El dolor, el sufrimiento y la muerte, aparecen ante Jesús y también aparecen ante nosotros.  Todos los seres humanos nos enfrentamos tarde o temprano a estas realidades.  Nadie puede escapar ni huir de ellas.  Todos necesitamos luz para comprender y para enfrentarnos con serenidad al sufrimiento y la muerte.  Esa luz nosotros creemos encontrarla en la vida y muerte de Jesús. “Cuando yo sea elevado sobre la tierra, atraeré a todos hacia mí”, estas palabras de Jesús nos invitan a mirarle colgado de la cruz. Y una primera mirada a la cruz nos dice que el Dios vivo de Jesús quiere que luchemos enconadamente contra todo aquello que posibilita el sufrimiento y la muerte.   Luchar para que nadie sufra por ser ni pensar diferente a nosotros,  luchar para que nadie muera de hambre o de sed, luchar con todos nuestros medios para que las enfermedades sean vencidas... Una segunda mirada a la cruz nos habla de lo inevitable, del dolor y sufrimiento que no podemos evitar por mucho que luchemos, la muerte acaba siempre apareciendo.  Es el momento de confiar, confiar en que Dios tiene la última palabra sobre nuestra vida,  confiar en su amor siempre fiel, confiar en que la fuerza de la vida y del amor es más fuerte que la muerte.  La pequeña parábola que Jesús nos ha dicho hoy: “Si el grano de trigo no muere, queda infecundo, pero si muere, da mucho fruto”, ilumina perfectamente esa cualidad de la muerte que pasa desapercibida para nosotros,  muerte como transformación, muerte como fecundidad, muerte como paso a una realidad muchísimo más rica.

        La muerte de Jesús ilumina nuestro caminar de hoy, nos descubre en dónde está lo importante, nos empuja a tomarnos en serio nuestra vida, nos invita a confiar y a abrirnos a los demás, anticipando ya la apertura definitiva y confiada que en aquella hora tendremos que hacer ante Dios.  

5º domingo de cuaresma

lunes, 16 de marzo de 2015

Una sencilla historia de amor

          Ayer, mi madre me volvió a contar esta historia que ocurrió en mi familia y que había olvidado.  
        
          Juan, hermano de mi padre, con 21 años emigró a Argentina allá por los años 20 del siglo pasado, dejando en el pueblo a su novia Josefa de apenas 18 años, con la promesa de volver a por ella o llamarla para que fuese allí una vez que hubiese conseguido un trabajo estable.  Juan encontró un buen trabajo en una gran hacienda de la Pampa argentina donde encontró el aprecio del patrón hasta ser promovido a capataz.  El patrón tenía cuatro hijas e invitó a mi tío a que se casase con una de ellas para estabilizar la herencia familiar.  Seguramente que por aprovechar la ocasión o por no desairar al amo se casó con Rosario, una de las hijas.  Llegó a tener seis hijos con ella y murió allí en Argentina sin volver a pisar nunca España.   Josefa esperó durante algunos años noticias de su prometido, hasta que supo por mi familia que mi tío se había casado allí.   Ella, supongo que triste y decepcionada,  también encontró un marido en el pueblo con el que tuvo 4 hijos. 

         Pasaron más de cincuenta años desde la partida de mi tío Juan, y Josefa al fin, recibió una carta de él, en la que le contaba que estaba pronta su muerte y le pedía perdón por no haber permanecido fiel a su promesa.   Le decía también que le seguía queriendo y que nunca le había olvidado.  Por ser honesto con Rosario, su mujer argentina, nunca le había escrito, hasta ahora en que muerta ella, y próxima su muerte quería expresarle sus sentimientos...

       Mi madre me dice que Josefa le enseñó esta carta, que la tuvo en sus manos y le emocinó muchísimo.  Algunos nietos de Juan nos han visitado alguna vez en estos últimos años ya que pudimos recuperar la relación gracias a internet y han quedado tambien muy impresionados por esta historia de su abuelo que desconocían.

      Una historia de amor sencilla y que me habla de su fuerza, de cómo los sentimientos perduran pese a que las circunstancias nos sean adversas. Y cómo la realidad supera a la ficción...