sacerdote navarro en medio rural, deseoso de compartir la fe, experiencias y vida
miércoles, 16 de septiembre de 2009
La hipocresía de las TV
No soy consumidor habitual de los programas del corazón, pero dada su omnipresencia en la parrilla televisiva es inevitable no caer en su visionado. Ultimamente parece que "la Belén" y todo lo que rodea a este personaje, está en la primera plana de la actualidad a raiz de una denuncia que han interpuesto ante el Defensor del menor, por la utilización de su hija en los medios de comunicación...
La amoralización y la falta de ética de este tipo de programas no se le escapa a nadie: la utilización de lo más soez de la vida humana, el rumor propuesto como verdad, el insulto más brutal, la banalización de la vida sexual y de las relaciones humanas y personales y en general el todo vale... para conseguir audiencia y así conseguir más anunciantes que engrosen las arcas de la cadena... ¡Qué podemos esperar de todo esto! Comprendo que muchas personas después de una larga jornada de trabajo lleguen a casa y no quieran ver programas sesudos sobre temas importantes y prefieran sentarse ante la TV y reirse un poco con esos programas... pero me temo que también hay mucha gente que se los toman en serio... porque lo que no entiendo es como se puede tomar en serio lo que dicen esos telepresentadores que tienen el pinganillo directamente enchufado al auditor de audiencias, que les empuja a sacar el ultimo escándalo o exabrupto del personajillo de turno según el índice de audiencias suba o baje...
Pero lo peor de todo esto es que encima, estos presentadores y comentaristas, estas cadenas de tv, se hacen adalides del respeto de la intimidad de las personas, de la verdad de lo que comentan, de la defensa de las mujeres maltratadas... ¡Qué hipocresía! si lo que buscan es precisamente que haya morbo, carnaza, escándalo, para aumentar sus audiencias... ¡si viven precisamente de la falta de escrúpulos en tratar a las personas!...
La Belén Esteban como tantos otros personajillos, no son más que víctimas, no inocentes, sino culpables porque se lucraron con ello, pero víctimas al fin y al cabo de la avaricia y la codicia del dinero de los magnates o accionistas de esas TV.
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mis cosas
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Diario de un cura de pueblo
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14:05
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