miércoles, 29 de enero de 2020

Relatos de Trinchera VI: Dios abriéndose paso...

 Estoy en el vaso de la piscina del Termolúdico de Cascante.  Dando gracias a Dios por el privilegio de disfrutar de ese servicio.
Hace meses que conocí a una pareja de jubilados de Tarazona que vienen a bañarse un par de veces a la semana. El marido es poco hablador pero ella que se llama Blanca,  es muy dicharachera y no recuerdo bien cómo empezamos a hablar.  Le dije que era cura y siempre que coincidimos me habla de una nieta que hizo la primera comunión el año pasado, de lo buena que es, que está de monaguilla en la parroquia , que lee las oraciones, y que está tan contenta con su fe.  Una niña, según ella excepcional, porque es primera en clase y en deporte.   Me habló también de su familia y de una hermana con la cual desde hace trece años no se habla, por una tontería de herencias... que ni ella recuerda el motivo, porque en realidad no hubo casi nada que repartir.  El caso es que esa hermana además de negarle el habla, habló mal de ella entre sus amistades...   Total, que a Blanca este problema familiar le ha supuesto un grave problema sicológico, que le ha llevado a estar durante tres años con consulta sicológica y depresiones... 

Pues bien,  hace un par de días, la ví con una cara radiante, y en cuanto ella me vió entrar en la piscina vino rápidamente a hablarme de lo que había pasado:  resulta hace como dos semanas  había coincidido con su hermana en el mercadillo y se había acercado a ella tocándole en el hombro diciéndole:  "oye fulanita, que soy tu hermana y que siempre me tienes para lo que necesites".   Blanca me dice que su hermana no le respondió nada, y que le miró con una cara de la que se le salían los ojos, incapaz de reaccionar.   Blanca se fué sin más y al cabo pocos días volvió a encontrarse con su hermana en una cafetería que estaba con unas amigas.   Blanca volvió a  acercarse saludando primero a su hermana y después a todas sus amigas.   De nuevo su hermana no le respondió nada, pero las amigas al decir "¡mira ésta! qué cosas hace... a buenas horas...!" entonces es cuando su hermana habló dirigiéndose a sus amigas diciéndoles: No digáis nada porque desde hace días ya me hablo con Blanca.

Le pregunté a Blanca cómo había decidido dar ese paso, y me dijo que oyendo a su nieta leer una lectura de San Pablo en la Iglesia esa que dice ser amables y perdonaros los unos con los otros (Ef 4,32), se le había removido algo por dentro de tal manera que no desaprovechó la primera oportunidad de hablar a su hermana.   Me decía también que sólo tenía la pena de no haberlo hecho antes. Que no sabía bien si recuperaría la relación con su hermana como ella querría, pero que desde el día que le saludó, siente una paz y una alegría en el corazón que no sabe explicar...
Desbordaba tanta alegría al contármelo, que me emocionó con su relato.

Luego pensé sobre nuestra labor como sacerdotes y cómo Dios puede utilizar diversos resortes para suscitar en las personas la alegría de la Pascua:  La catequista que enseñó en la catequesis a su nieta,  su nieta disfrutando de su servicio en la parroquia y el cura que se lo permite, esta pareja de jubilados que acompaña a su nieta a misa y la miran embelesados,  el corazón de Blanca esperando una luz para poner en orden su relación con su hermana,  yo en la piscina escuchándola...   A veces nos obsesiona tanto lo de ver a la gente en misa que perdemos la perspectiva de cómo actúa Dios en las personas más allá de nuestros controles, a través de encuentros,  presencias, signos, escuchas... de lo cotidiano de cada día

Mi homilía del miércoles 3era semana T.O.A




viernes, 3 de enero de 2020

Mi homilía 3 de enero 2020: Ser Testigos


Sobre la soledad de los ancianos en la Nochebuena


Comentando la iniciativa que tuvieron varios ayuntamientos de la Ribera para evitar la soledad de algunos ancianos en la Nochebuena, invitándoles a acudir a cenar a las residencias.
Parece ser que la iniciativa no tuvo demasiado éxito. Solamente dos personas en Tudela y una en Fustiñana han respondido a la invitación. Se ha dicho que la medida no contaba con suficiente publicidad y que otro año se preparará mejor.
Salvando la buena intención de los ediles y de la iniciativa. Considero lo siguiente:
1) Se habla de la soledad en tono peyorativo. Como si un anciano celebrando en soledad la nochebuena fuese algo deprimente o intolerable. Pero la soledad no siempre es mala. A veces viene dada por las circunstancias de la vida y es aceptada con serenidad. Es más, casi siempre, la soledad es el refugio donde se reviven los buenos recuerdos de la vida. Y en todo caso requiere tener cuidado para que el lenguaje que empleamos no añada más dolor enfatizando la soledad como algo negativo. Además, para una persona con fe, esa noche tiene un sentido muy especial para vivirla en oración agradecida, renovando la esperanza en Dios.
Un anciano que esté bien atendido por la asistencia social o por un trabajador/a que le cubra las necesidades de limpieza y alimento no tiene por qué sufrir especialmente la soledad esa nochebuena, no más que otras noches, producida quizá por haber perdido a sus seres queridos, o a sus hijos que están lejos y no pueden estar con él. Y después de todo, sentarse a una mesa con desconocidos o semi-desconocidos que sólo comparten el deterioro físico y/o la sociedad, no es un buen aliciente para que unos ancianos decidan dejar el calor de su hogar.
2) Podrían proponerse otras medidas más eficaces creo yo: Realizar un informe de la situación de ancianos de los pueblos, hecha por los asistentes sociales y/o voluntarios. Con esa información se podría arbitrar unas llamadas ó visitas periódicas interesándose por la situación de esos ancianos, acompañándoles en situaciones como salidas a hospitales u otros organismos, rellenar formularios, etc. Naturalmente habría que tener en cuenta su intimidad y salvaguarda de sus datos.
3) Propongo una reunión de los agentes sociales para tratar este tema .
"De 2013 a 2018, los hogares unipersonales han aumentado en 320.000 y el año pasado supusieron el 25,5%. “Los mayores de 65 años se llevan tres cuartas partes de este aumento”, explica Mercè Pérez Salanova, doctora en Psicología y miembro del Colegio de Psicólogos de Cataluña. “Vivir solo no es un problema. Son las condiciones en las que se hace y si es elegido. El problema es cuando no lo es”, añade la experta." El Pais 2/04/2019