Una primera
interpretación de la parábola nos dice algo sobre la falta de coherencia del
ser humano, esa contradicción entre lo
que decimos y hacemos. Pero volvamos a la parábola. Recordamos
que Jesús está hablando a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo,
esto es, a las autoridades religiosas y civiles. Y es a ellos a los que dirige la tremenda
conclusión de la parábola: “os aseguro que los publicanos y las prostitutas os
llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Es como si Jesús nos
dijera hoy, “atención, mirad bien a vuestro alrededor, no os dejéis engañar por
las apariencias, porque los que más están trabajando por un mundo mejor son
quizás los marginados, la escoria de la sociedad, aquellos que reconociendo sus
errores, son capaces de reconstruir su dignidad y entregarse a los demás
silenciosamente, humildemente, en la familia, en el trabajo. Nadie sabe de sus
vidas, no son famosos, nadie les va a felicitar por lo que hacen, pero han
encontrado en su corazón el tesoro de un Dios que les sostiene y anima. Y por otro lado, quizás, los dirigentes políticos
y religiosos, esos que se alzan sobre grandes discursos, esos que prometen y
prometen, acaben trabajando sólo para sí mismos, enredados en su egoísmo y
orgullo.
sacerdote navarro en medio rural, deseoso de compartir la fe, experiencias y vida
domingo, 28 de septiembre de 2014
Homilía domingo 26º T.O.A: Invitación a trabajar en la viña
Suscribirse a:
Enviar comentarios
(
Atom
)
No hay comentarios :
Publicar un comentario