Comentando la iniciativa que tuvieron varios ayuntamientos de la Ribera para evitar la soledad de algunos ancianos en la Nochebuena, invitándoles a acudir a cenar a las residencias.
Parece ser que la iniciativa no tuvo demasiado éxito. Solamente dos personas en Tudela y una en Fustiñana han respondido a la invitación. Se ha dicho que la medida no contaba con suficiente publicidad y que otro año se preparará mejor.
Parece ser que la iniciativa no tuvo demasiado éxito. Solamente dos personas en Tudela y una en Fustiñana han respondido a la invitación. Se ha dicho que la medida no contaba con suficiente publicidad y que otro año se preparará mejor.
Salvando la buena intención de los ediles y de la iniciativa. Considero lo siguiente:
1) Se habla de la soledad en tono peyorativo. Como si un anciano celebrando en soledad la nochebuena fuese algo deprimente o intolerable. Pero la soledad no siempre es mala. A veces viene dada por las circunstancias de la vida y es aceptada con serenidad. Es más, casi siempre, la soledad es el refugio donde se reviven los buenos recuerdos de la vida. Y en todo caso requiere tener cuidado para que el lenguaje que empleamos no añada más dolor enfatizando la soledad como algo negativo. Además, para una persona con fe, esa noche tiene un sentido muy especial para vivirla en oración agradecida, renovando la esperanza en Dios.
Un anciano que esté bien atendido por la asistencia social o por un trabajador/a que le cubra las necesidades de limpieza y alimento no tiene por qué sufrir especialmente la soledad esa nochebuena, no más que otras noches, producida quizá por haber perdido a sus seres queridos, o a sus hijos que están lejos y no pueden estar con él. Y después de todo, sentarse a una mesa con desconocidos o semi-desconocidos que sólo comparten el deterioro físico y/o la sociedad, no es un buen aliciente para que unos ancianos decidan dejar el calor de su hogar.
Un anciano que esté bien atendido por la asistencia social o por un trabajador/a que le cubra las necesidades de limpieza y alimento no tiene por qué sufrir especialmente la soledad esa nochebuena, no más que otras noches, producida quizá por haber perdido a sus seres queridos, o a sus hijos que están lejos y no pueden estar con él. Y después de todo, sentarse a una mesa con desconocidos o semi-desconocidos que sólo comparten el deterioro físico y/o la sociedad, no es un buen aliciente para que unos ancianos decidan dejar el calor de su hogar.
2) Podrían proponerse otras medidas más eficaces creo yo: Realizar un informe de la situación de ancianos de los pueblos, hecha por los asistentes sociales y/o voluntarios. Con esa información se podría arbitrar unas llamadas ó visitas periódicas interesándose por la situación de esos ancianos, acompañándoles en situaciones como salidas a hospitales u otros organismos, rellenar formularios, etc. Naturalmente habría que tener en cuenta su intimidad y salvaguarda de sus datos.
3) Propongo una reunión de los agentes sociales para tratar este tema .
"De 2013 a 2018, los hogares unipersonales han aumentado en 320.000 y el año pasado supusieron el 25,5%. “Los mayores de 65 años se llevan tres cuartas partes de este aumento”, explica Mercè Pérez Salanova, doctora en Psicología y miembro del Colegio de Psicólogos de Cataluña. “Vivir solo no es un problema. Son las condiciones en las que se hace y si es elegido. El problema es cuando no lo es”, añade la experta." El Pais 2/04/2019
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