domingo, 10 de enero de 2021

Comentario al evangelio: Domingo del Bautismo del Señor










         LA EXPERIENCIA FUNDANTE.










La experiencia interior que tuvo Jesús cuando fue bautizado por Juan fue fundamental para su vida y su misión. De hecho, todos los evangelistas ponen el Bautismo en el comienzo de la vida pública de Jesús. Esta experiencia interior viene resumida en esas palabras que el evangelio pone en boca de Dios Padre: “este es mi hijo amado, mi predilecto”. Podemos decir pues que la experiencia fundamental sobre la que Jesús basa su misión es la de sentirse hijo y además, hijo querido. Jesús es pues, ante todo, alguien que ha descubierto que su identidad fundamental es la de ser Hijo de Dios; lo que nos lleva a preguntarnos si en nuestra vida cristiana está la experiencia fundamental de sentirnos hijos queridos. 

Todos tenemos un peligro: el de vivir nuestro cristianismo como si fuese sólo un catálogo de normas morales, una ética en suma. Olvidando que antes que una ética, el cristianismo es la experiencia gozosa del que se descubre como hijo de Dios, la experiencia inaudita de descubrir que todo tiene sentido porque todo lo sustenta un Padre, la experiencia increíble de que yo, mi vida, todo lo que soy es único, querido y deseado por Dios. Y repito por tres veces “experiencia”, porque creo que esta es la clave. Porque muchas veces, demasiadas, en la Iglesia hemos acentuado las normas, la doctrina, olvidando lo más genuino de la religión: la posibilidad de re-ligarnos (relacionarnos) con Dios. Y así nos ha ído, que mucha gente ha abandonado la Iglesia porque ha visto que para ser bueno o simplemente humano no hacía falta toda la parafernalia religiosa. Por eso, nuestro gran reto como Iglesia y como comunidad ha de ser la de facilitar que las personas puedan tener esa experiencia personal, genuina y fontal de encuentro con Dios

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