Del erotismo de Gilda
a la pornografía al alcance del ratón.
Hace poco más o menos 70 años que se estrenó Gilda, película que causó un gran revuelo en nuestro país, auspiciado por la clasificación que la Iglesia le dió, como "moralmente peligrosa (...) por varias situaciones de gran dureza y por las abundantes escenas en que impera la inconveniencia y la ligereza de las ropas" pidiendo a los cristianos de entonces que no la viesen, lo cual como reacción produjo el efecto contrario y consiguió que la película tuviese gran éxito.
Hoy nos parece una memez aquella consideración de esta película, y buscar por buscar erotismo, está más en lo que esconde que en lo que muestra. Gracias a Dios, hemos avanzado mucho en la Iglesia en lo que a "invasión" de las conciencias con imposiciones sobre conductas se refiere, y desde luego a la consideración de la sexualidad bajo la sospecha siempre de ser algo pecaminoso, sino más bien como don de Dios no solo para engendrar la prole sino también para expresar amor, ayuda y confianza.
Otra cosa es el consumo de la pornografía que en muchos casos, según dicen los psicólogos y sociólogos, y gracias a internet, se hace de una manera compulsiva, lo cual acaba degrandando a la persona, porque deteriora la percepción del ser humano como objeto sexual o de placer.
Pero, he aquí la cuestión, cómo frenar esa adicción cuando acceder a ella está al alcance del ratón?
sacerdote navarro en medio rural, deseoso de compartir la fe, experiencias y vida
sábado, 10 de junio de 2017
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