Meditaba esta semana los Hechos de los Apóstoles con esa exposición de la maravillosa expansión del cristianismo en el primer siglo de nuestra era. Pedro anunciando en la plaza de Jerusalén y Pablo en la de Antioquía que El Mesías de Dios esperado desde los siglos es Jesus de Nazaret el Crucificado y Resucitado. De como el mensaje mueve los corazones de las gentes, se convierten y empiezan a compartir sus bienes... Inevitablemente mis pensamientos comparaban esas plazas de Oriente de la actuación de Pedro y Pablo con las plazas que en nuestro pais están viviendo las acampadas de esos jóvenes y no tan jóvenes que piden, entre otras cosas, democracia real ya, y un cambio en el sistema. ¿Se podría encontrar un paralalelismo entre aquel acontecimiento de hace dos mil años y el de ahora? ¿por qué no? también ahora, se proclama un mensaje humanista (aunque con muchas ambiguedades es cierto), también ahora se expande un espíritu de alegría y ánimo entre los participantes y también ahora se ve como se comparten espacios, palabras, alimentos, ayudas... Salvando las distancias en todos los órdenes, personalmente me alegro con estas manifestaciones de vida que a todos nos han hecho reflexionar sobre lo que verdaderamente cuenta y que ponen al ser humano por encima de los poderes politicos y económicos
Me preguntaba por mi queria Iglesia, si hemos sido capaces de mantener ese mensaje revolucionario de Jesús, Pedro y Pablo que hacía renacer la esperanza en los más empobrecidos y esclavizados de su tiempo. Y por qué no somo capaces, si no de liderar, si de encontrarnos con esas reivindicaciones de la spanish revolution.
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