sábado, 18 de enero de 2014

2º domingo TOA



Juan nos señala a Jesús como el salvador del mundo.  Nosotros, como aquellos primeros discípulos vemos solamente un ser humano.   Nosotros, como todos los cristianos tenemos que descubrir que la salvación está en eso, en ser humanos, en serlo al modo de Dios manifestado en Cristo.   No tenemos que buscar en el cielo, ni en los mitos, ni en el país de la fantasía, la manera de salvarnos.  Ni el dinero, ni el poder, ni la fama, nada de eso nos salva.  Es aquí, en esta tierra nuestra, en nuestra carne desnuda y en nuestro corazón donde está plantada ya la semilla que nos salva, si nos dejamos guiar por el Espíritu del Señor que nos impulsa a repetir los gestos que Jesús hizo en su paso por este mundo.    Hagamos pues, hermanos, el propósito en estos primeros días del año, de fijar nuestros ojos en este hombre, en Jesús de Nazaret, con la esperanza de que su testimonio nos convierta en verdaderos testigos suyos en nuestro mundo y así construir un mundo más humano, fraterno y justo.

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