sábado, 3 de mayo de 2014

Emaús: De la desesperanza al encuentro



                 Durante estos domingos de Pascua, estamos escuchando los relatos de las apariciones de Jesús a sus discípulos.  Hoy se nos cuenta la experiencia de los discípulos de Emaús. En estos personajes estamos reflejados todos de una manera u otra.  Su experiencia es también nuestra experiencia.   Si el domingo pasado nos identificábamos con las dificultades de Tomás para creer hoy nos identificamos con la desesperanza de los discípulos de Emaús que decepcionados por la muerte de su Maestro, se vuelven a su casa.

                Esta también puede ser nuestra experiencia. Muchas veces experimentamos desánimo, apatía, decepción, desesperanza,  y acabamos huyendo, dejando la comunidad.  La Iglesia nos decepciona, la comunidad no nos dice nada, no encontramos sentido a la repetición de ritos que ya nos sabemos de memoria.  Muchos recuerdan los tiempos de antes en los que parecía que era más fácil creer. Y muchos, los que todavía permanecemos fieles nos preguntamos ¿qué pasa en la Iglesia? ¿por qué nuestros jóvenes no creen y no vienen a misa? ¿por qué nos avergonzamos de decir que somos cristianos? ¿dónde se ha quedado la fe y la moral cristianas?  Tenemos que hacer un esfuerzo por encontrar una respuesta serena que nos permita salir de esta situación que muchos viven como paralizante.  En definitiva, la pregunta de hoy y siempre que nos tenemos que hacer es: ¿Qué es ser cristiano?

               Todos sabemos que hemos pasado en pocos años de un régimen de cristiandad en el que todo estaba regulado por la religión a un régimen aconfesional, plural, en el que todas las creencias y confesiones tienen cabida.  Antes se era cristiano no tanto por convencimiento, sino porque la sociedad era o pretendía ser cristiana.  Todo estaba regulado por la religión, las ordenanzas del Jefe del Estado y las más mínimas ordenanzas municipales, todo se hacía en nombre y por la gracia de Dios.   Bastaba con cumplir con unos ritos, con unas prácticas religiosas.  Estaba mal visto no venir a misa.  Todo el mundo era pretendidamente cristiano, y el que no lo era quedaba marginado.   Muchos recordaréis este estado de cosas.  Pero también recordaréis  y tenéis que reconocer que lo que se dice ser cristiano, esto es, cumplir y aceptar el mensaje de Jesús, muy pocos lo cumplían y aceptaban.  Aquel régimen de cristiandad parecía que apoyaba a la Iglesia, y es cierto, la apoyaba llenándola de privilegios, pero en contrapartida, esa Iglesia tenía que callarse muchas veces ante las injusticia. En realidad aquella connivencia con el Estado obstaculizaba la aceptación del mensaje cristiano.   

             Pero ahora, todo eso es pasado. Vivimos en una sociedad plural y multicultural, multireligiosa, en régimen de libertad,en la que los cristianos encontramos pocos apoyos externos. Por eso nuestra fe pasa necesariamente por una experiencia personal: el encuentro personal con Jesucristo Resucitado.

Los discípulos de Emaús nos dan unas pautas para poder tener ese encuentro:
1.    Recuperar la formación, estudio, meditación y oración de la Palabra de Dios: El evangelio no debe faltar nunca en el menú de cada día.
2.    Acoger al que nos encontramos en el camino de la vida:  Predisposición a la escucha, interés por las personas, invitación a compartir los bienes, la comida, la estancia...
3.    Celebrar la Eucaristía: como lugar de encuentro con la comunidad y con el Resucitado.

          Vivimos tiempos cruciales para el cristianismo y para nuestra fe, que implican por parte de todos hacer un esfuerzo para formarnos como cristianos y para pasar de un régimen de cristiandad a un régimen de comunidad, donde entre todos podamos construir el Reino de Dios. 

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