San Marcos nos da hoy, un resumen de todo el evangelio, un resumen de todo lo que Dios quiere para el
hombre: “Se ha cumplido el plazo, está cerca el Reino de Dios. Convertíos y
creed la Buena Noticia”.
Se ha cumplido el plazo, esto es, se ha cumplido la promesa de Dios, ya no tenemos
que esperar más para conocerle, ya no tenemos que buscar a ciegas para saber lo
que significa ser hombre, porque El ha acampado en medio de nosotros. Jesús es la Palabra de Dios, Jesús es el
cumplimiento de las promesas.
El Reino de Dios ya está aquí, cerca, porque
Jesús mismo lo ha inaugurado. Nadie
puede quedarse indiferente. Alguien ha irrumpido en la
Historia de la humanidad y en la historia personal de cada uno. Ese Alguien ha abierto en el mundo un camino
distinto, nuevo, un horizonte de esperanza para toda la humanidad. Aquellas palabras de Jesús
dichas hace casi dos mil años, siguen resonando hoy en nuestros oídos, como una invitación, como un susurro, pero con insistencia: Convertíos,
creed la buena noticia. Ha llegado el
tiempo de nuestra decisión personal.
Convertíos, porque en el Reino de Dios no hay lugar para la ambición que
genera guerras. Convertíos
porque en el Reino de Dios no hay lugar para los negocios sucios, ni para la intolerancia. Convertíos porque en el
Reino de Dios todos somos hermanos, iguales en dignidad ante Dios. Y Creed la
buena noticia, creed que existe un Padre bueno, a pesar del mal que nos
acecha. Creed que es posible ser más
feliz compartiendo que atesorando, creed que la fraternidad es posible si estamos
dispuestos a ceder de lo nuestro en favor de los demás. Jesús nos dice: “creed todo esto porque yo lo
he hecho con vosotros, yo lo estoy haciendo ahora con cada uno de vosotros, yo
os estoy llamando a cada uno a colaborar conmigo en la instauración del Reino,
yo os llamo por vuestro nombre, venid conmigo, venid y caminemos juntos, con las manos extendidas para curar, para
ayudar, para acoger, para servir. Venid conmigo y dejad vuestras preocupaciones, gozad
conmigo de la vida, de cada instante, de cada cosa. Venid conmigo y yo os enseñaré que para ser
feliz no hace falta más que tener ganas de amar sin descanso y sin
medida”. José, Carmen, Isabel,
Carlos... venid conmigo.
"Un día vino uno que tenía alegría en los ojos,
libertad en las manos, un futuro en sus gestos,
Un día vino uno con signos llenos de esperanza,
con fuerza en el alma, con piedad en el corazón.
Un día vino uno que tenía magia en su cara,
calidez en su palabra, calor en su voz.
Un día vino uno que tenía amor en su mirada,
bondad de cielo en sus besos,
fraternidad en su cercanía.
Un día vino uno que llamaba “papá” a Dios,
que rezumaba confianza en su oración.
Un día vino uno con un mensaje lleno de utopía
y con encargos de sólo felicidad."
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