lunes, 16 de marzo de 2015

Una sencilla historia de amor

          Ayer, mi madre me volvió a contar esta historia que ocurrió en mi familia y que había olvidado.  
        
          Juan, hermano de mi padre, con 21 años emigró a Argentina allá por los años 20 del siglo pasado, dejando en el pueblo a su novia Josefa de apenas 18 años, con la promesa de volver a por ella o llamarla para que fuese allí una vez que hubiese conseguido un trabajo estable.  Juan encontró un buen trabajo en una gran hacienda de la Pampa argentina donde encontró el aprecio del patrón hasta ser promovido a capataz.  El patrón tenía cuatro hijas e invitó a mi tío a que se casase con una de ellas para estabilizar la herencia familiar.  Seguramente que por aprovechar la ocasión o por no desairar al amo se casó con Rosario, una de las hijas.  Llegó a tener seis hijos con ella y murió allí en Argentina sin volver a pisar nunca España.   Josefa esperó durante algunos años noticias de su prometido, hasta que supo por mi familia que mi tío se había casado allí.   Ella, supongo que triste y decepcionada,  también encontró un marido en el pueblo con el que tuvo 4 hijos. 

         Pasaron más de cincuenta años desde la partida de mi tío Juan, y Josefa al fin, recibió una carta de él, en la que le contaba que estaba pronta su muerte y le pedía perdón por no haber permanecido fiel a su promesa.   Le decía también que le seguía queriendo y que nunca le había olvidado.  Por ser honesto con Rosario, su mujer argentina, nunca le había escrito, hasta ahora en que muerta ella, y próxima su muerte quería expresarle sus sentimientos...

       Mi madre me dice que Josefa le enseñó esta carta, que la tuvo en sus manos y le emocinó muchísimo.  Algunos nietos de Juan nos han visitado alguna vez en estos últimos años ya que pudimos recuperar la relación gracias a internet y han quedado tambien muy impresionados por esta historia de su abuelo que desconocían.

      Una historia de amor sencilla y que me habla de su fuerza, de cómo los sentimientos perduran pese a que las circunstancias nos sean adversas. Y cómo la realidad supera a la ficción...

   
      

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