sacerdote navarro en medio rural, deseoso de compartir la fe, experiencias y vida
sábado, 27 de diciembre de 2014
miércoles, 24 de diciembre de 2014
sábado, 20 de diciembre de 2014
domingo, 14 de diciembre de 2014
domingo, 7 de diciembre de 2014
sábado, 22 de noviembre de 2014
domingo, 16 de noviembre de 2014
domingo, 2 de noviembre de 2014
domingo, 26 de octubre de 2014
sábado, 18 de octubre de 2014
sábado, 4 de octubre de 2014
lunes, 29 de septiembre de 2014
domingo, 28 de septiembre de 2014
Homilía domingo 26º T.O.A: Invitación a trabajar en la viña
Una primera
interpretación de la parábola nos dice algo sobre la falta de coherencia del
ser humano, esa contradicción entre lo
que decimos y hacemos. Pero volvamos a la parábola. Recordamos
que Jesús está hablando a los sumos sacerdotes y a los ancianos del pueblo,
esto es, a las autoridades religiosas y civiles. Y es a ellos a los que dirige la tremenda
conclusión de la parábola: “os aseguro que los publicanos y las prostitutas os
llevan la delantera en el camino del Reino de Dios”. Es como si Jesús nos
dijera hoy, “atención, mirad bien a vuestro alrededor, no os dejéis engañar por
las apariencias, porque los que más están trabajando por un mundo mejor son
quizás los marginados, la escoria de la sociedad, aquellos que reconociendo sus
errores, son capaces de reconstruir su dignidad y entregarse a los demás
silenciosamente, humildemente, en la familia, en el trabajo. Nadie sabe de sus
vidas, no son famosos, nadie les va a felicitar por lo que hacen, pero han
encontrado en su corazón el tesoro de un Dios que les sostiene y anima. Y por otro lado, quizás, los dirigentes políticos
y religiosos, esos que se alzan sobre grandes discursos, esos que prometen y
prometen, acaben trabajando sólo para sí mismos, enredados en su egoísmo y
orgullo.
sábado, 27 de septiembre de 2014
jueves, 25 de septiembre de 2014
El Bien y el Mal
Pocos días como hoy nos traen noticias de cómo se dan el bien y el mal en nuestra naturaleza humana. El religioso García Viejo ha muerto hoy por contagiarse del ébola en un hospital de Sierra Leona, en el que servía desde hace mas de 30 años. Y el pederasta A. Ortiz es capturado por la policía. Estas dos personas nos hablan de que los seres humanos podemos ser capaces de lo mejor y de lo peor. Y que a menudo, la diferencia está en la educación y en recibir cariño de pequeños, que nos permita crecer en auto-dominio y auto-estima.
Alabanza para la orden de San Juan de Dios, a la que pertenecian Manuel García Viejo y el Padre Miguel Pajares. Gracias por este maravilloso testimonio.
domingo, 21 de septiembre de 2014
sábado, 13 de septiembre de 2014
domingo, 3 de agosto de 2014
domingo, 6 de julio de 2014
domingo, 29 de junio de 2014
sábado, 21 de junio de 2014
domingo, 15 de junio de 2014
sábado, 14 de junio de 2014
lunes, 9 de junio de 2014
sábado, 7 de junio de 2014
Homilía Pentecostés
La
vida del cristiano es pues, la vida del que se deja guiar por el Espíritu.
Por eso hoy y siempre, nuestra oración ha
de ser la misma que la de los primeros discípulos, pedir al Padre que nos dé el
Espíritu Santo para que podamos vivir, morir y resucitar como Jesucristo. Pero ¿qué significa dejarse guiar por el
Espíritu?. Vivir según el Espíritu de
Jesús, puede significar hoy entre otras cosas:
·
Resistir la seducción de la publicidad, no
malgastando el dinero en comprar lo que no necesito.
·
Seleccionar los programas que vemos en la TV y no
dejar contaminar nuestro espíritu por lo soez, vulgar, y poco edificante.
·
Tratar de vivir un par de meses con el salario
mínimo, para saber lo que es eso. Y el resto donarlo a Cáritas, al Tercer Mundo
o a cualquier obra benéfica.
·
Además de instar al Gobierno a que dé el 0,7% para
ayudas al Tercer Mundo, empezar por dar de mis ingresos el 1%, que eso sí
depende de mí.
·
Tomar en serio la ecología, cuidando no sólo la
naturaleza, sino también la ciudad: las calles, los edificios públicos, etc.
·
Ser más tolerantes, más pacientes, saber descubrir
siempre el lado positivo de las personas y acontecimientos, mantener limpias las palabras y la
conversación, etc. etc...
Que
Santa María la esposa y compañera fiel del Espíritu, la madre de la Iglesia nos
ayude a vivir según el Espíritu, para que juntos alcancemos la vida eterna.
viernes, 6 de junio de 2014
sábado, 31 de mayo de 2014
La Ascensión del Señor
Durante estos cincuenta días de la Pascua
estamos celebrando la Resurrección de Jesús.
Aquello que comenzó hace casi dos mil años, en una región alejada del
imperio romano, como un rumor de unas
pocas personas, se convirtió pronto en un grito de alegría que se escuchó por
todo el imperio: “¡Jesús vive!”. Una
fuerza imparable hizo que en poco tiempo miles de comunidades surgiesen por
todos los países. Y hasta hoy, miles de
generaciones que han celebrado y repetido lo mismo y que nos han transmitido el
mismo mensaje que hoy aquí estamos celebrando:
“Jesús vive. La muerte ha sido
vencida. El amor es más fuerte que la
muerte.” ¿Cómo podemos explicarnos la
repercusión tan importante de este mensaje en la historia de la humanidad? ¿Es sólo una cuestión humana...? Nosotros los creyentes sabemos que ha sido el
Espíritu de Jesús actuando en el corazón de todos los hombres y mujeres que han
creído en El. Es el Espíritu el que ha levantado
y levanta también hoy testigos que defienden la causa de la dignidad del ser
humano en las plazas y en los tribunales, es el Espíritu el que mantiene firmes
a los mártires de la intolerancia y la barbarie, es el Espíritu el que ha
movido y mueve a miles de personas a dedicarse de una manera callada y humilde
al servicio a los demás. Es el Espíritu
el que ha permitido que millones de seres humanos hayan encontrado en el
evangelio la razón y el sentido a sus vidas.
Es el Espíritu el que hoy sigue moviendo a los hombres y mujeres de
nuestro mundo a luchar por un mundo más justo, donde se respeten los derechos
humanos, donde haya más tolerancia y una sensibilidad creciente por la paz y la justicia. Es el
Espíritu el que nos ha congregado aquí a nosotros para vivificar nuestra vida con su aliento. El Espíritu es la gran herencia de Dios
Padre que nos ha dado por Jesús. El Espíritu trabaja incansable a través de
los siglos y de las generaciones hasta que todos seamos uno y nos presentemos
ante Dios Padre, con Cristo a la cabeza, en la mañana radiante de la nueva
humanidad, con una tierra nueva y unos cielos nuevos, el hogar de Dios con el
Hombre. Esta es nuestra esperanza, una
esperanza que ha comenzado a realizarse ya, comenzó en uno de nosotros: en
Jesús. Y esto es lo que celebramos hoy con la fiesta de la Ascensión del
Señor. Con Jesús la humanidad ha entrado
definitivamente en la órbita de Dios.
Cuando en el Credo proclamamos que Cristo está sentado a la derecha de
Dios Padre, estamos proclamando que algo de nosotros mismos, nuestra misma
esencia humana forma ya parte para siempre de Dios.
Hermanos,
mientras tanto, nosotros vamos caminando por la vida, confiados, alegres porque
las últimas palabras de Cristo en el mundo fueron para nosotros: “Yo estoy con
vosotros todos los días, hasta el fin del mundo”. Que su presencia nos anime a
seguir viviendo fieles al evangelio y seamos capaces de dar testimonio
cristiano.
Y
junto a la presencia del Espíritu de Jesús en medio de nosotros, la presencia
de su madre, María. Ella intercede
incansablemente por todos nosotros para que nos unamos a la gran familia de
Dios. Que ella nos proteja siempre y
nos permita acrecentar la fe que recibimos de nuestros mayores.
sábado, 24 de mayo de 2014
Homilía 6º domingo Pascua: La Alegría
Hemos escuchado en los Hechos de los Apóstoles, que la ciudad de Samaría,
después de escuchar la predicación de Felipe y de ver los signos que hacía, se
llenó de alegría. La alegría es una
constante en todo el evangelio. La
alegría se hace presente en el nacimiento de Jesús, la alegría acompaña a su
predicación por los caminos de Galilea cuando iba curando a los pobres y
lisiados. La alegría de los discípulos
en la mañana de la resurrección, la alegría de las primeras comunidades... Es la alegría de todos los que acogen a un
Dios que se hace cercano al hombre. Es
la alegría del Dios con nosotros.
Pero ¿de qué alegría se trata aquí?, ¿es
posible en este mundo nuestro hablar todavía de alegría?... Cuando recordamos
la vida de Jesús y de los primeros cristianos, pensamos en el sufrimiento, en
la cruz, en las torturas, en los martirios...pero nunca pensamos en la alegría. Evidentemente la alegría
del evangelio no es la misma que la alegría del mundo, la alegría del evangelio no tiene que ver con
el tener mucho dinero, con el vivir cómodamente, con el tener buena salud. La alegría del evangelio es mucho más
profunda, es capaz de convivir con la pobreza, con los duras trabajos, con la
enfermedad y con el sufrimiento, porque
la alegría del evangelio no proviene de lo que el hombre es, de lo que el
hombre tiene o pueda hacer. La alegría
del evangelio es la alegría que Dios da a los que le acogen. Es la alegría del que ha descubierto que su
vida, su destino, está en manos de Dios.
Es la alegría del que pone en el centro de su vida a Dios. Del que es capaz de confiar por completo en
El.
Nosotros, después de
casi dos mil años, somos los discípulos de Jesús. Nosotros somos los depositarios, los
destinatarios de la alegría de Dios. A
lo largo de nuestra vida, hemos tenido quizás pocos encuentros con el
Señor. Quizás hemos dejado que nuestra
fe se enfríe. Pero ahí, en lo hondo de
nosotros mismos, está la llama del Espíritu que nos hace, una y otra vez, a
pesar de todo, seguir confiando en la
vida, en los demás y sobre todo en Dios.
Y en esa confianza que tenemos que acrisolar en los momentos difíciles
es donde se encuentra la fuente de nuestra alegría. Una alegría que nadie nos
puede arrebatar, porque sabemos que Dios no nos abandona nunca. El está siempre
a nuestro lado, esperando el momento idóneo, el momento en que nosotros le
abramos nuestro corazón, para unirse a nosotros.
Hermanos, que la alegría
de la Pascua, la alegría de Dios con nosotros, no nos abandone nunca. Amén.
viernes, 23 de mayo de 2014
domingo, 18 de mayo de 2014
sábado, 17 de mayo de 2014
domingo, 11 de mayo de 2014
sábado, 10 de mayo de 2014
domingo, 4 de mayo de 2014
sábado, 3 de mayo de 2014
Emaús: De la desesperanza al encuentro
Durante estos domingos de
Pascua, estamos escuchando los relatos de las apariciones de Jesús a sus
discípulos. Hoy se nos cuenta la
experiencia de los discípulos de Emaús. En estos personajes estamos reflejados
todos de una manera u otra. Su
experiencia es también nuestra experiencia.
Si el domingo pasado nos identificábamos con las dificultades de Tomás
para creer hoy nos identificamos con la desesperanza de los discípulos de Emaús
que decepcionados por la muerte de su Maestro, se vuelven a su casa.
Esta
también puede ser nuestra experiencia. Muchas veces experimentamos desánimo,
apatía, decepción, desesperanza, y
acabamos huyendo, dejando la comunidad. La Iglesia
nos decepciona, la comunidad no nos dice nada, no encontramos sentido a la
repetición de ritos que ya nos sabemos de memoria. Muchos recuerdan los tiempos de antes en los
que parecía que era más fácil creer. Y muchos, los que todavía permanecemos
fieles nos preguntamos ¿qué pasa en la Iglesia? ¿por qué nuestros jóvenes no
creen y no vienen a misa? ¿por qué nos avergonzamos de decir que somos
cristianos? ¿dónde se ha quedado la fe y la moral cristianas? Tenemos que hacer un esfuerzo por encontrar
una respuesta serena que nos permita salir de esta situación que muchos viven como
paralizante. En definitiva, la pregunta
de hoy y siempre que nos tenemos que hacer es: ¿Qué es ser cristiano?
Todos
sabemos que hemos pasado en pocos años de un régimen de cristiandad en el que
todo estaba regulado por la religión a un régimen aconfesional, plural, en el
que todas las creencias y confesiones tienen cabida. Antes se era cristiano no tanto por
convencimiento, sino porque la sociedad era o pretendía ser cristiana. Todo estaba regulado por la religión, las
ordenanzas del Jefe del Estado y las más mínimas ordenanzas municipales, todo
se hacía en nombre y por la gracia de Dios.
Bastaba con cumplir con unos ritos, con unas prácticas religiosas. Estaba mal visto no venir a misa. Todo el mundo era pretendidamente cristiano,
y el que no lo era quedaba marginado.
Muchos recordaréis este estado de cosas.
Pero también recordaréis y tenéis
que reconocer que lo que se dice ser cristiano, esto es, cumplir y aceptar el
mensaje de Jesús, muy pocos lo cumplían y aceptaban. Aquel régimen de cristiandad parecía que
apoyaba a la Iglesia, y es cierto, la apoyaba llenándola de privilegios, pero
en contrapartida, esa Iglesia tenía que callarse muchas veces ante las
injusticia. En realidad aquella connivencia con el Estado obstaculizaba la
aceptación del mensaje cristiano.
Pero
ahora, todo eso es pasado. Vivimos en una sociedad plural y multicultural, multireligiosa, en régimen de libertad,en
la que los cristianos encontramos pocos apoyos externos. Por eso nuestra fe
pasa necesariamente por una experiencia personal: el encuentro personal con
Jesucristo Resucitado.
Los discípulos de Emaús nos
dan unas pautas para poder tener ese encuentro:
1. Recuperar la
formación, estudio, meditación y oración de la Palabra de Dios: El evangelio no debe faltar nunca en el menú de
cada día.
2. Acoger al que
nos encontramos en el camino de la vida: Predisposición a la
escucha, interés por las personas, invitación a compartir los bienes, la
comida, la estancia...
3. Celebrar la
Eucaristía: como lugar de encuentro con la comunidad y con el Resucitado.
Vivimos
tiempos cruciales para el cristianismo y para nuestra fe, que implican por
parte de todos hacer un esfuerzo para formarnos como cristianos y para pasar de
un régimen de cristiandad a un régimen de comunidad, donde entre todos podamos
construir el Reino de Dios.
jueves, 1 de mayo de 2014
miércoles, 30 de abril de 2014
sábado, 26 de abril de 2014
Homilia 2º domingo pascua: Señor mío y Dios mío
Estamos
celebrando la Pascua, los textos del Evangelio que estamos escuchando, nos
animan a creer, a tener fe en ese hecho fundamental para nosotros: la
Resurrección de Jesús. Asistimos a la experiencia de los primeros discípulos
transmitida a lo largo de los siglos con esta frase tan sencilla: “Hemos visto
al Señor”. Pero constatamos también,
cómo en esa primera experiencia de los discípulos al encontrarse con el Señor,
no todo estuvo y fue claro desde el principio.
Hoy nos hemos encontrado con la figura de Tomás el incrédulo, el
racionalista podíamos llamarle con lenguaje actual. Una figura con la que muchos nos podemos
identificar y que nos puede ayudar a hacer nuestro propio trayecto por el
siempre difícil camino de la
fe. Recordemos lo que
nos decía el evangelio sobre Tomás.
Tomás, después de la muerte de Jesús,
ha dejado la
comunidad. El domingo
de Resurrección, cuando Jesús se aparece por primera vez, Tomás no está con los
discípulos. Se siente decepcionado:
después de tres años de acompañar al Maestro, las cosas siguen igual, todas sus
esperanzas las ha visto crucificadas en el calvario. Tomás se vuelve a su casa, sólo y
desanimado. Pero sus compañeros no le dejan
así, enseguida van a comunicarle que han visto al Señor. Pero Tomás, no se fía, no les cree. No obstante decide reunirse de nuevo con
ellos. Y entonces, por segunda vez, se
les aparece el Señor: “Trae tu dedo, aquí tienes mis manos; trae tu mano y
métela en mi costado; y no seas incrédulo, cree”. Tomás no necesitará hacer esto, reconoce a
Jesús, no sólo como el Maestro con el que había convivido durante tres años,
sino como su Señor y como su Dios.
Como Tomás, también muchos de nosotros
hemos dejado o estamos tentados continuamente de dejar la comunidad. Decepcionados
unos porque no han encontrado alivio para sus penas o necesidades, otros porque no han encontrado un sentido
para sus vidas, algunos también, decepcionados por el mal testimonio de los
creyentes. Muchos, simplemente por
comodidad, porque no quieren complicarse la vida.
Hemos vuelto a la soledad, a encerrarnos en nuestra
casa y en nuestro trabajo, incluso los que aparentemente seguimos viniendo a la
Iglesia nos deberíamos preguntar hasta qué punto estamos comprometidos con esta
comunidad o simplemente estamos como el que no está, ausentes, como autómatas,
indiferentes. Pero ocurre que tarde o
temprano, una voz nos llega, desde dentro o desde fuera, da igual. Una voz que
nos dice con insistencia “Hemos visto al Señor”. En nosotros está, como
en Tomás, hacer el esfuerzo de volver a la comunidad, a esta comunidad, volver
a esta comunidad de una manera activa, interesándonos por lo que se hace,
participando activamente en las celebraciones, en la catequesis, en la vida
parroquial, mostrando afecto por todos y
por todo, no dejando que las críticas destruyan los lazos de unión que el Señor
ha creado entre nosotros. Porque es aquí donde el Señor nos va a mostrar sus
heridas, las heridas producidas por los creyentes que no son coherentes con su
fe, las heridas producidas por la insolidaridad del mundo, las heridas
producidas por la
injusticia. Heridas de
un Dios que sigue apostando por el mundo y por la humanidad, que se muestra
paciente una y otra vez con todos nosotros y nos invita a compartir su
vida. Heridas que el Señor hoy nos
muestra, y nos pide que posemos nuestra mano sobre ellas. Y que hagamos el
esfuerzo de ver más allá de los sentidos, para reconocer su presencia en medio de
nosotros. Es aquí, en la escucha de su
Palabra cada domingo, en el compartir lo poco o mucho que tenemos. Sintiéndonos hermanos de los demás porque
también los demás como yo tienen sus incoherencias, sus defectos y sus virtudes. Es aquí, donde Dios nos revelará su presencia
si colaboramos con nuestro esfuerzo e interés.
Que la bendición, la dicha que el
Señor prometió a los que sin ver intentamos creer, permanezca siempre con
nosotros.
lunes, 14 de abril de 2014
viernes, 11 de abril de 2014
jueves, 10 de abril de 2014
Suscribirse a:
Entradas
(
Atom
)